Una sociedad derrotada

Sección: Jalisco se Cuece Aparte

Una ciudad se modela a partir de la voluntad del Estado, de los poderes instituidos o fácticos, de las dinámicas económicas y sociales; es un muestrario de su cotidianeidad, pero también de los deseos, tradiciones y construcciones culturales de sus habitantes, también de sus luchas, contradicciones, tensiones, logros, y frustraciones. En ese sentido, Guadalajara condensa de manera puntual una piel compleja que exhibe sus problemáticas. La anterior reflexión no es mía, proviene del concepto de producción del espacio social, de Henri Lefebvre, al que citaré desde su libro, “La Producción del espacio”, para mayor referencia:
“(…) la práctica espacial consiste en una proyección sobre un campo (espacial) de todos los aspectos, elementos y momentos de la práctica social (…)”
Guadalajara es un espacio social y físico herido, cruzado por una frontera territorial y de clase, la Calzada Independencia. El centro histórico nos muestra un pequeño campo de batalla en el que conviven y contienden las clases en disputa, así como sus imágenes, símbolos e insignias que se acumulan en capas ignominiosas. Podemos ver de manera escandalosa, por ejemplo, cómo conviven en la Rotonda de las y los Jaliscienses ilustres, héroes de la independencia, con pillos como Francisco Silva Romero y Heliodoro Hernández Loza que usurpan un lugar que no les corresponde gracias al oprobioso gobierno de Emilio González Márquez; en un espacio, que además, era ocupado por el templo de la Soledad, una edificación del siglo diecisiete, que fue derribada en detrimento del patrimonio cultural edificado de nuestra entidad. Como podemos observar, en Guadalajara y en Jalisco, los agravios siempre se conforman de varias capas.
Con los recientes acontecimientos y fenómenos sociales que ofenden y lastiman a la sociedad Jalisciense se han sumado al escenario urbano de la ciudad: fichas de desaparecidos y desaparecidas, antimonumentos, pintas de exigencias y reivindicaciones sociales, etc., que conviven en un panorama muy bizarro con las múltiples exposiciones y eventos deportivos y espectaculares del ayuntamiento tapatío o del gobierno estatal, las botargas del monito de moda, y las horrorosas terrazas del restaurante de la plaza de las sombrillas concesionado al actual alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, cuando este era jefe de gabinete en ese municipio. Nada raro.
Y Guadalajara es también una evidencia permanente de la derrota de su sociedad frente al triunfo de una clase política y empresarial voraz, ignorante, mediocre y soberbia, sin asomo de proyectos que contribuyan a construir un Jalisco múltiple, igualitario, democrático e inclusivo. Al contrario.
Jalisco cuenta en su historia con un incipiente proyecto alternativo que fue derrotado en los años setenta del siglo pasado por el gobierno federal, en contubernio con grupos políticos y estudiantiles ligados a las autoridades de la Universidad de Guadalajara en esos tiempos, y con la complacencia de los grupos empresariales y económicos.
La derrota fue aplastante, implacable, cruel, se utilizaron todos los medios y recursos represivos del Estado para llevar a cabo una cacería que no concluyó hasta desarticular o cooptar el movimiento.
Esta iniciativa comenzó con Los Vikingos, en el barrio de San Andrés, lejos de la Calzada Independencia, cercano a San Pedro Tlaquepaque, y con un carácter eminentemente popular, que fue desde un grupo de jóvenes de barrio, pasando por un movimiento estudiantil, el Frente Estudiantil Revolucionario (El FER), y que terminó formando parte de la Liga Comunista 23 de Septiembre.

La irrupción de los Vikingos en la vida pública y política de Guadalajara constituyó un revulsivo en una sociedad normalmente apática y pasiva, que vio, antes que nada, una narrativa de peligro creada por las clases hegemónicas de la entidad y los medios locales, comportándose como lo que han sido siempre, y sin mayor ambición que ser portavoces del poder económico y político en turno.
El FER no pudo llegar a incluirse en la dinámica de la principal universidad pública de Jalisco, al contrario, sus miembros fueron expulsados, su discurso acallado, y nunca sabremos qué habría sucedido si las ideas que traían consigo hubieran germinado dentro de una institución que depende del caudillismo y la cooptación para funcionar, no como institución, y sí como una herramienta de gestión del poder al interior y exterior de la misma.
En la genética del FER había un claro componente popular, a causa de Los Vikingos, apegada a los valores y principios de las comunidades urbanas. Lo que suponía que su pensamiento político, por incipiente que fuera, tomaba en cuenta estas condiciones y circunstancias. Una buena parte de su base teórica eran los clásicos marxistas, y su relación con figuras de la izquierda Jalisciense, como el Dr. Alfonso Partida Labra, artífice del movimiento médico del Hospital Civil, despedido de la institución a punta de pistola por la FEG (Federación de Estudiantes de Guadalajara) de Enrique Alfaro Anguiano, y expulsado de la Universidad.
Los Vikingos tuvieron continuidad política en la Liga Comunista 23 de Septiembre, conformada por diversos grupos de izquierda llegados a Guadalajara desde distintos lugares de la República, movimiento que fue reprimido con toda la fuerza del Estado.
Al terminar este periodo, el gobierno de José López Portillo emprende una amnistía que llevará al Partido Comunista a tener registro, y varias figuras de la izquierda Jalisciense, como Claudio Palacios y Samuel Meléndrez Luévano obtuvieron renombre nacional y participaron de una manera destacada en este nuevo periodo de la izquierda en México y Jalisco.
Sin embargo, la continuidad discursiva y de pensamiento de la izquierda histórica de Jalisco no ha tenido suerte en esta nueva etapa post PRIAN. Su legado histórico puede rastrearse y recuperarse en las publicaciones del taller editorial La Casa del Mago, en los libros de Ramón Gil Olivo, o en diversas tesis y estudios de investigadores y luchadores sociales como Armando Rentería, Miguel Topete, o en diversos productos audiovisuales, como documentales y series.
En el plano político, es una visión marginada, la cual no tiene influencia posible, aunque los partidos que sucedieron al PCM, como PMS, PRD y morena fueron sostenidos durante años por bases muy cercanas al pensamiento, principios e ideales de la izquierda histórica fundada por el FER y la Liga, la bancada de morena en Jalisco hoy está constituida, en su mayoría, por representantes de grupos políticos pragmáticos, o por cuotas de poder, que, con su voto, o apoyo por omisión, a iniciativas vergonzosas de Movimiento Ciudadano, le faltan el respeto a una izquierda sin la cual no podrían sentarse en sus curules, ni gozar de las prerrogativas económicas que les deja el ser diputados y diputadas de un partido que se supone es de base popular.
Mientras sigan así, seguiremos siendo una sociedad derrotada, sin esperanza de un cambio verdadero.
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