Juego de pelotas

Juego de pelotas

Sección: Jalisco se Cuece Aparte

Foto del autor Publicado el 22/06/2025 — Por Teofilo Guerrero @teofiloguerreromanzo

Nada como observar a las infancias jugar sin dispositivos electrónicos. El desarrollo y destino de sus juegos depende del azar, el estado de ánimo, y las situaciones que se dan cuando hay repentinos cambios de humor, o de fortuna entre quienes juegan, y si es futbol el partido puede terminar cuando el dueño del balón le quita al grupo su posesión, y se va a otro lugar, ya sea a jugar, o a guardarlo para observar desde la ventana a los desposeídos. Muchos crecimos así, y a veces, cuando no había juguetes, acudíamos a la creatividad sin pelota para imaginar que otros juegos eran posibles.

La dinámica política en Jalisco es un poco como un juego de niños, pero sin niños, ni candor, ni la conciencia de ser un juego. 

Podríamos decir que, si la política es una actividad pública, que contribuye a organizar el Estado y el campo de lo público, así como el diálogo entre sus diversos agentes, y que además convierte en funcionales, en este sentido, a sus elementos, factores, y activos que lo conforman, para habilitar una dimensión racional de lo público en función de la colectividad, en el estado libre y soberano de Jalisco, esa libertad y esa soberanía están sujetas al capricho de los dueños del balón.

Durante, y después de la revolución, la actividad política y la clase que la conformaba eran reactivas a la dinámica de este fenómeno social, y al estado de cosas que definieron al siglo XX mexicano. Tanto, que sus principales figuras políticas, salvo quizás, José Guadalupe Zuno, dependían de las órdenes, caprichos o la conveniencia del centro del país. 

Desde los años treinta y cuarenta del siglo pasado, y hasta la caída del PRI en el estado en 1995, los gobernadores eran nombrados a dedo por el poder central, de acuerdo a sus nexos con ciertas figuras de aquellas tierras, y las afinidades que pudieran tener con los grupos de poder económico de Jalisco. Con la llegada de Acción Nacional, el cambio involucró de una manera más determinante a las cúpulas de estos grupos, como la COPARMEX, a otros organismos empresariales de la localidad, y a ciertos sectores de la ultraderecha, como el DHIAC (Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana) y El Yunque. Con la llegada de Jorge Aristóteles Sandoval y de Enrique Alfaro (juniors con aspiraciones de seniors) la situación no cambió demasiado, ellos, como representantes del poder público, se alinearon sin cuestionar a los grupos de poder fáctico. 

Es necesario aventurar en este punto que casi ningún gobernador, trajo consigo un plan o programa para la transformación y desarrollo del estado. La clase política se ha movilizado alrededor de sus propios intereses, y los de los grupos de poder económico. Salvo la etapa de la guerrilla urbana en los años setenta, rara ha sido la ocasión en que han visto en peligro su hegemonía, por lo que su trabajo consiste en observar la inercia de la vida social y política de Jalisco para improvisar y aprovechar la coyuntura que les dicte ciertas pautas de acción. Y para muestra, podemos citar la llegada de los capitales del crimen organizado, que terminaron secuestrando la economía de la entidad, al grado de que Jalisco se encuentra entre los primeros lugares de lavado de dinero en el mundo. Y la clase política parece no tener problema con eso. Al contrario. 

Juego de pelotas

Tal vez a esa condición de abulia social para transformar la vida pública, la clase política, la élite política, y la camarilla política (como las clasifica el académico Javier Hurtado), le deban su enorme e inconmensurable mediocridad. Tal pareciera que, como las infancias malcriadas, actúan de acuerdo a las condiciones y situaciones que se van presentando para alcanzar posiciones de poder, y extender su influencia el mayor tiempo posible. ¿Y Jalisco? pasando de ser un polo industrial a un parque de maquiladoras y un remedo de Silicon Valley que se encarga de fabricar y procesar piezas para la gran industria electrónica extranjera; de un productor agrícola autosustentable a un holding agroindustrial que sobreexplota sus tierras con productos para el mercado externo: como las berrys, el agave y el aguacate, con la consiguiente degradación medioambiental; una inseguridad latente; un mercado inmobiliario desigual y fuera de control; y una influencia cada vez más patente de los capitales transnacionales, que convierte a las fuerzas productivas en meras reproductoras de dinámicas ajenas, que un día pueden levantar sus plantas industriales, y largarse sin remordimiento alguno. 

Movimiento ciudadano y Enrique Alfaro llegaron a la vida pública con ciertas variantes superficiales que oxigenaron la manera de comunicar la política profesional en el estado. Con novedosas y agresivas estrategias de medios, un manejo efectivo de redes sociales, y la creación de imágenes y referentes inéditos en el campo político y social. Se valieron de Euzen y La Covacha, dos empresas de comunicación que con el tiempo se convirtieron en parte central de las administraciones Alfaristas en Tlajomulco, Guadalajara y Jalisco, en sí mismas tenían la categoría de Secretaría de Estado, con mucho más poder e influencia que, incluso, la Secretaría General de Gobierno. Pero eran humo, y tóxico.

Alfaro llegó a la Gubernatura prometiendo una refundación del estado, lo que incluía una nueva constitución, tal vez queriendo competir, sin suerte ni recursos morales, con la administración federal de Andrés Manuel López Obrador, con la que sostuvo pugnas patéticas y vergonzosas, que sólo gastaron tiempo y dinero de las y los Jaliscienses.

En unas elecciones locales desangeladas, con esperanzas flacas, pero animadas por una elección federal que llevaría a la primera mujer a la presidencia de la República, el empresario de tiempo completo y TikToker profesional, Pablo Lemus, alcanzó, en medio de un fraude descarado, patético y mediocre, la investidura del ejecutivo estatal, sobre la candidata de morena, la expriísta Claudia Delgadillo, otrora crítica de este partido, e incondicional del ex Gobernador Aristóteles Sandoval.

La soberbia, falta de creatividad y empatía de los profesionales de la política Jalisciense arrastra todo el tiempo a los habitantes de la entidad y a sus expectativas, cultural y socialmente éstos parecen derrotados, sin voz propia, incapaces de poder articular o formar una fuerza que sacuda de raíz a ese conciliábulo VIP de “notables” que por méritos propios o ajenos (amigo de aquel, hijo de este, sobrino del otro, íntimo de muchos...) “merecen” seguir condenando a Jalisco a no tener un destino democrático y de auténtica dignidad colectiva que los salve de una mediocridad tan espesa, como las ambiciones de quienes dicen gobernarlos. Habrá que imaginar que otros juegos son posibles.