Súper Infonavit, gentrificación y xenofobia.

Súper Infonavit, gentrificación y xenofobia.

Sección: El Gobierno de la 4T

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Publicado el 16/07/2025 — Por Cesar Zavala
Pues la gentrificación llegó al escenario nacional de la mano de una marcha violenta, pero en el contexto de un ambiente político cargado de nacionalismo y orgullo patriótico frente a las amenazas de Trump. Lo cual dota a este debate de un significado más polémico y acaso urgente. Aunque ya desde hace varios años la gentrificación se ha convertido en un tema medular de los discursos de izquierda, del wokismo, de análisis económicos y hasta de análisis feministas (como el de Leslie Kern) la verdad es que a la 4T le han llovido severas críticas por su falta de propuestas concretas y contundentes frente a este fenómeno. AMLO lo abordó bastante en las mañaneras y polemizó al respecto cuando socializó el problema del Infonavit y cuando habló del modelo neoliberal de la vivienda. Explicó muy bien como en los últimos 30 años el prianismo simplemente olvidó su papel como regulador del mercado de las viviendas y lo dejó al libre albedrío de las constructoras e inmobiliarias. Resultando en complejos de departamentos y casas completamente abandonados. Como ya hemos repasado en otros textos de esta columna, el problema con el neoliberalismo es su búsqueda incesante de ganancia en detrimento de la búsqueda del bienestar social. Bajo esa óptica se explica la pérdida de fuerza del Estado para poseer y gestionar la tierra como un recurso clave para el desarrollo nacional. Idea que también ya hemos desarrollado anteriormente cuando hablamos de las ideas de Thomas Piketty y su modelo de Estado en el que el Capital Público es mayor que el Capital Privado. Si bien, en el caso mexicano la solución es bastante compleja e integral, la realidad es que su urgencia ya desató manifestaciones fuertes en la CDMX, pero el movimiento social también promete echar raíces en Guadalajara y en Monterrey. Dicho movimiento trajo sin embargo algunas muestras de odio hacia el extranjero, pero no a cualquier extranjero regular, sino al extranjero rico y privilegiado. Pancartas como “Yanki o home”, o “México para los mexicanos” fueron muestras de un discurso que en la superficie aparece como un síntoma de racismo y antiinmigración, pero que si miramos de cerca más bien es la muestra de una conciencia política de clase. Una lucha de clase, pero transnacional. Es evidente, en su lucha los manifestantes no se quejan del hondureño pobre sino del nómada digital rico como factores de la gentrificación. Es decir: de quien tiene dinero y de sus actos que despojan a quienes no lo tienen. Y son estas ideas las que posicionan un debate filosófico que abarca más y que es más interesante. Pues se pone de manifiesto que el límite de la camaradería proletaria cosmopolita, y sin distinción de tonos de piel: es la gentrificación. Coincido con quienes dicen que el verdadero enemigo es la burguesía internacional que condiciona a los trabajadores a emigrar a otros países para poder vivir mejor. Coincido por completo. Pero tal vez la gentrificación no sería un problema de despojo si los trabajadores gringos NO utilizaran sus privilegios y ventajas económicas para modificar las dinámicas económicas de las zonas a las que llegan. Si no aspiraran a vivir con niveles de alto consumo o consumo de lujo. Si no buscaran que su entorno se adapte a ellos sino ellos adaptarse a su entorno. Si no buscaran quedarse con las mejores zonas, y a la vez juntarse en grupúsculos de inmigrantes, sino que intentaran formar vínculos fuertes con las comunidades nativas. Así, la gentrificación se vuelve un asunto de ética y Ontología del Poder. El proletario extranjero tiene la posibilidad de dejar de usar su poder para modificar el ambiente, y el proletario nativo tiene el derecho legítimo de protestar incluso con violencia a su hermano ontológico por tomar ventaja de su poder. El asunto de la lucha de clases, es pues, en el fondo, un asunto más de ética que de política. Una ética moderna que basada en un modelo de Ontología del Poder demuestra que no es ilegítimo ejercer la violencia contra el sistema violentador, que en este caso sigue siendo el Estado mexicano con sus resabios neoliberales. Pues, aunque nos duela, la 4T todavía no desmonta por completo el Estado Neoliberal y le cuesta trabajo poder poner límites a las empresas y agentes económicos que provocan la gentrificación. Por supuesto, el sexenio de Claudia cuenta ahora con todo el poder necesario para contrarrestar esta posición. Una propuesta sería, basada en el modelo de Piketty: dotar al Infonavit de capacidad de acción para generar una estrategia de reconquista del recurso del suelo. El Infonavit se puede convertir en un operador de esta estrategia con ayuda de otras dos instituciones del Estado. Por un lado, la SEDATU puede definir qué terrenos y qué inmuebles puede adquirir el Estado para destinarlo a vivienda social. Por el otro lado el FONHAPO podría proporcionar apoyo y subsidio para las familias que incluso no pueden acceder a créditos de Infonavit. El Congreso puede generar un esquema de reformas de leyes que faculten al Infonavit para que pueda adquirir suelo que administre Estado. Contar con este suelo puede por sí mismo evitar la especulación. Ese suelo ya en construcción puede ser utilizado únicamente para casas de asistencia social destinadas exclusivamente a trabajadores y su venta puede prohibirse al sector inmobiliarias. Otras alternativas de carácter periférico existen, por ejemplo, se pueden generar límites a la renta, límites a la tenencia de tierras por parte de inmobiliarias, e impuestos a las propiedades ociosas o no ocupadas, así como regulación de Airbnb y similares. Estas otras alternativas son accesorios, pero lo medular desde mi punto de vista es este súper Infonavit. ¿Será que algún día la voluntad política de la presidenta sea lo suficiente para intervenir el mercado inmobiliario? La Historia está en movimiento.