Retrovisor (Primera parte)
Sección: Opinión
Publicado el 01/10/2025 —
Por Teofilo Guerrero
@teofiloguerreromanzo
Recuerdo que en la década de los setenta y ochenta hubo escasez de varios productos, si mi memoria no me falla creo que fueron el azúcar, la pasta de dientes, el papel higiénico, entre otros. Había que hacer fila frente a las puertas semiabiertas de los supermercados que servían para controlar el flujo de acceso de la clientela ansiosa. La condición para obtener el producto deseado era que hubiera una compra mínima de otros artículos. Y no quedaba otra opción. Había familias que acudían divididas en la fila para salir con dos o tres tantos del producto escaso. Había que darse sus mañas.
Yo era muy chico para darme cuenta de cuáles eran los problemas en concreto, y hasta cuál era el contexto del desabasto, pero así fue como pude medir la transición del modelo de sustitución de importaciones al de libre mercado entre 1977 y 1994.
No fue un cambio fácil, las escuelas comenzaron a hacer notar la caída en los presupuestos, en la construcción, equipamientos, infraestructura. De tener visitas de diversas instituciones y dependencias con programas de salud, apoyos a las familias, orientación nutricional, entre otros, a recibir activaciones de empresas para promocionar comida chatarra.
Vimos cómo un terremoto desencadenaba un movimiento político y despertaba a una de las ciudades más grandes del mundo, y cómo al interior del PRI nacía una oposición que reclamaba regresar al compromiso con los principios de la Revolución.
En los años noventa se espectacularizó la violencia política debido a la resistencia de los agentes corruptos del PRI más regresivo y violento ante el ascenso de los tecnócratas, esos economistas de trajes con buen corte y estudios de posgrado en universidades y escuelas de Inglaterra y Estados Unidos, los Chicago Boys.
En 1994 nos vimos en medio de dos Méxicos: el “moderno” y neoliberal con el TLC, y el que nos recordaba que aun había carencias, fallas, deudas centenarias, y olvido, mucho olvido de aquellos que tienen poco, o nada.
Los tecnócratas nos endeudaron socializando la pérdida y privatizando las ganancias, les hicieron creer a los incautos que la transición había llegado, y vimos el surgimiento de un movimiento popular que no pararía hasta el 2018.
Las masacres y los abusos del poder se sucedieron uno tras otro: Aguas blancas, Acteal, Atenco, la guerra de Felipe Calderón, Ayotzinapa, Tlatlaya...
Y llegó 2018, pero no hubo un corte seco a ese pasado insultante, injusto, denigrante y ofensivo, no terminó el neoliberalismo en México, pero comenzó un proceso en el que puede recibir una estocada importante. Hay que ser realistas y objetivos para encarar la realidad como es. matanzas en la época de Felipe calderón
Hoy mismo no se puede asegurar que ya llegó el fin del monstruo neoliberal, mientras pervivan los mecanismos y estructuras del sistema capitalista no se puede descartar su regreso, y el termómetro para saber que el monstruo cayó definitivamente será cuando ningún mexicano o mexicana tenga que pedir permiso o perdón por el futuro al que tiene derecho.
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