Para no traicionarnos: tres propuestas al Consejo Nacional

Sección: Morena: Partido y Movimiento

Publicado el 29/04/2025 —
Por Marco Gutiérrez
@marcomx4t
En la edición pasada les compartí 5 propuestas, con la intención de que pudiéramos difundirlas, criticarlas, enriquecerlas, y ojalá, hacerlas llegar al próximo Consejo Nacional. Hoy, morena se enfrenta a una coyuntura decisiva. El próximo Consejo Nacional (en mayo) no sólo podría marcar el rumbo del partido en términos orgánicos y estratégicos, sino que podría ser también la última oportunidad para corregir ciertas deformaciones que, si no se abordan con firmeza, seriedad y compromiso, podría quedarse el movimiento sin sus raíces. A continuación, trataré de reforzar la necesidad de impulsar tres de ellas.
1.- Democratizar candidaturas.
El artículo 44 del estatuto de morena regula la designación de candidaturas, pero el punto central de esta propuesta, está en la elección interna, es decir, en el protagonismo de las bases; algo que, hoy por hoy, ya no ocurre. Según el Art. 44, la decisión final de las candidaturas debería resultar de la utilización armónica entre la insaculación, la encuesta y la elección mediante asambleas internas; en la práctica, se ha eliminado por completo el método democrático del partido y se han pervertido los otros dos.
El método de encuesta podría ser legítimo si se cumplieran dos condiciones elementales: a) que la encuesta sea real y transparente, y b) que previo a realizarla, sea la base del partido, en una asamblea interna, quien elija a los aspirantes que serán sometidos a encuesta.
El método de insaculación no tendría ningún problema, siempre y cuando se cumplieran dos condiciones elementales: a) que se respete el orden original de la posición que le corresponde a cada persona insaculada, sin agregar listas de imposiciones al principio, y b) que las personas participantes hayan sido designadas en asamblea interna y no seleccionadas a dedo desde las dirigencias (como las listas que se colocan de bajo de).
La propuesta es bastante fácil de entender y de aplicar; únicamente haría falta voluntad política de la dirigencia nacional. Se trata del primer filtro, el que da confianza y legitimidad, el que ya está en el estatuto, pero no se practica, el que exigimos se cumpla: la participación de las bases en la designación de toda candidatura, ya sea para la decisión final en asamblea o como filtro primigenio para la encuesta y para la insaculación. Asambleas donde se permita el debate entre aspirantes y la deliberación pacífica de la militancia. Sin rasuradas del padrón. Sin personajes agregados por la Comisión de Elecciones en tiempos posteriores a la asamblea.
Son estas el tipo de demandas desde abajo, que, de seguir ignorándose, acabarán con la vida de morena mucho más pronto de lo esperado.
2.- Establecer cuotas internas para la representación de la clase trabajadora.
Otras luchas han conseguido ya sus cuotas de representación: indígenas, mujeres, personas LGTB, jóvenes, personas con discapacidad, afromexicanas y mexicanas que viven en el exterior. Sin embargo, no así el sector social más grande de todos: la clase trabajadora.
Según la Constitución vigente, nuestro país es una república representativa, democrática, laica y federal. Pero ¿cómo afirmar que tenemos un sistema realmente representativo cuando el sector más numeroso de México carece de una cuota de representatividad? De muy poco sirve a la mayoría de las mexicanas y los mexicanos que un joven llegue al Congreso si legislará en favor de las familias de abolengo y en perjuicio de la clase trabajadora; de poco sirve que una mujer llegue al Senado si impulsará leyes para las transnacionales y el neocolonialismo, pero no para ampliar los derechos de las mujeres…
La clase trabajadora no puede seguir siendo solo fuerza de voto: debe ser fuerza de decisión. Si morena nació y está para darle voz y voto al pueblo, si gobierna por y para el pueblo, debe ocuparse con más ahínco en combatir la costumbre de reservar tantas candidaturas a personas adineradas, y en cambio garantizar, mediante cuotas internas y transversales, un porcentaje mínimo de candidaturas para la clase trabajadora. Además de ser un acto de congruencia, sería un gran paso más en la transformación.
3.- Formación política como requisito obligatorio.
El artículo 3°, inciso b, del estatuto de morena, señala que la formación política será obligatoria para toda la militancia y especialmente para quienes aspiren a una candidatura. Pero más allá del cumplimiento de la norma escrita, es importante ahondar en el por qué.
Sin formación política sólida y permanente, el riesgo —por no decir la certeza— de que quienes nos representan terminen replicando las ideas y los intereses del viejo régimen aumenta peligrosamente. La formación política no debe ser vista como un trámite, sino como el escudo que permite resistir la presión del poder, la tentación de los privilegios y la seducción del dinero. Ahora más que nunca, en estos tiempos en que el barco de morena ha decidido trazar su ruta navegando junto a los otros barcos que se hunden, e invitando a todos a inmigrar al nuevo gran crucero, es cuando más rigurosa debe ser la formación política; y aún más para quienes vienen arribando.
La formación política debe dejar de ser una simulación. No basta con tomarse la foto en un curso para cumplir el supuesto requisito; debe ser un proceso serio, riguroso, evaluable, que garantice que cada aspirante a representante de morena no sólo porte la camiseta, sino que entienda y defienda lo que ella significa: que, por el bien de todos, primero los pobres.
Y, sobre todo, debe hacerse cumplir su requisición: quienes no hayan acreditado ni evidenciado su participación en los procesos de formación política no deberían poder ser designados a ninguna candidatura.
Estas ideas nacen desde la preocupación y el cariño por morena. No digo que haya certezas absolutas ni propuestas que sean la panacea, pero sí veo señales claras de alerta. Compartirlas, cuestionarlas y fortalecerlas puede ser nuestra forma de no quedarnos inmóviles frente al riesgo de perder lo que hemos construido; lo que en principio nos dio la esperanza para sumarnos.
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