Mirar hacia adentro

Sección: Opinión

Publicado el 05/08/2025 —
Por Teofilo Guerrero
@teofiloguerreromanzo
Don Guillermo Bonfil Batalla hablaba del México profundo como esa nación que ha permanecido ignorada y oculta durante siglos sin encontrar una salida a los problemas que le aquejan, y que curiosamente son los mismos desde antes de la independencia de nuestro país: el abandono institucional, la marginación, la desigualdad, el racismo, el olvido, el clasismo, la indiferencia, pero quizás lo más doloroso sea la falta de reconocimiento a ese sector de la patria que le ha otorgado continuidad a la noción que tenemos de nacionalidad y raíz.
Fray Servando Teresa de Mier colocó la piedra angular para un nacionalismo “novohispano”, y que después serviría de base a la identidad mexicana, y lo hizo desde un procedimiento creativo: afirmando en una teoría teológica que la figura de la virgen de Guadalupe fue traída a estas tierras por Santo Tomás, que a su vez podría ser el mismísimo Quetzalcóatl. Dicha afirmación fue hecha en un sermón que le costó una reprimenda, no tanto por la audaz idea de que existía desde antes de la llegada de los españoles una iglesia mariana primigenia, sino por las implicaciones soberanistas de una Nueva España ansiosa de tener más autonomía respecto de la metrópoli.
Las ideas de Fray Servando florecieron y mutaron para crear una idea identitaria mexicana esencialmente criolla, y en todo caso, mestiza, pero que seguía marginando la cosmovisión de los pueblos originarios.
Muchos años después podemos corroborar que los proyectos de Nación, y los proyectos políticos triunfantes, o sobrevivientes, son aquellos que buscan una especie de “tabula rasa” de clases y “razas”, pero partiendo de las posiciones en las que históricamente han sido determinadas. El asunto es que el campo, las comunidades rurales, los pueblos originarios y los proyectos de nación alternativos siguen siendo marginados. Aún hoy. Para muestra, basta revisar los indicadores de pobreza, que muestran que, pese a que ésta ha disminuido, aún persiste de manera preocupante en las comunidades rurales.
Si hay una comunidad que se resiste a ser marginada, esa es Cherán K´eri, que ha tenido que tomar medidas “radicales” para asumir su identidad democrática: no contar con partidos políticos, democracia directa en la toma de decisiones, soberanía comunitaria, y es una experiencia con cerca de catorce años de gobierno popular, y que con toda razón se podría decir que es un modelo que difícilmente podría aplicarse en el resto del territorio nacional por la complejidad que implica. Pero no es imposible.
Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia, escribe en su libro: “La potencia plebeya”: "No se trata de tomar el poder del Estado, sino de construir un poder desde abajo, un poder plebeyo que transforme las estructuras de dominación."
La búsqueda de alternativas a la democracia representativa en su versión hegemónica occidental y europea podría ocupar los esfuerzos de los gobiernos de orientación popular y de izquierda en América latina (tomando en cuenta el peligro que implica el carrusel que los coloca y depone cada ciclo electoral), y especialmente en México. La expulsión del narco de Cherán, con todo lo que eso conlleva, es un caso de éxito que ya tendría que estar analizando el gobierno de la 4T para poder hacer un diagnóstico adecuado, y llevar a cabo una reforma política de largo alcance que empodere la soberanía de la gente en los organismos de poder local. Quienes viajan a estudiar a Harvard, Yale, Oxford, o cualquier universidad extranjera, tal vez podrían ahorrarse el viaje si comienzan a observar la posibilidad de encontrar en los pueblos originarios de América Latina las cosmovisiones que suponen modelos de gestión democrática y política, por lo visto hasta ahora en Europa y en los Estados Unidos, estas instancias ya no pueden ser los referentes de la construcción de una democracia real y efectiva, dado su violento viraje a la ultraderecha.
Los gobiernos de la cuarta transformación tendrán que abrir los libros de historia antes que los de teoría política tradicional, y también preguntar en los pueblos, sobre las formas de ejercicio del poder en los usos y costumbres, vistos por el derecho mexicano como una curiosa concesión del poder federal a algunas comunidades rurales y originarias. Por otro lado, seguir apostando por un modelo de desarrollo que las margina, a pesar de que contienen todos aquellos valores simbólicos y culturales que han permitido que México tenga, y siga teniendo continuidad en su esencia como Nación, llevaría a México a ese ciclo electoral caprichoso que quita y pone gobiernos al arbitrio de la voluntad del poder hegemónico en turno.
En conclusión, hay dos maneras de abordar este tema: apostar por las múltiples coyunturas históricas, casi siempre dictadas o establecidas por occidente, o revisar, diagnosticar y apostar por la estructura, o estructuras, que le permiten a nuestro país ser una Nación única e irrepetible: la historia y tradición que nos definen desde la fortaleza y sabiduría de sus pueblos originarios.
Aún no hay comentarios en este artículo.
Para comentar debes estar registrado o iniciar sesión.
RegistrarseArtículos relacionados

La fuerza del salario: pobreza, poder adquisitivo y la deuda pendiente con los trabajadores
Los datos recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de...

Javier Milei Gobernador de Jalisco (Segunda parte)
El fenómeno de “El peluca Milei” se basa en varios factores: el...

¿Quién inició la guerra Irán-Israel?
Si analizamos la guerra actual entre Irán e Israel, vemos que no...