Las inundaciones en Guadalajara sí tienen solución

Las inundaciones en Guadalajara sí tienen solución

Sección: Jalisco se Cuece Aparte

Foto del autor Publicado el 29/06/2025 — Por Marco Gutiérrez @marcomx4t
Tinacos navegando por avenidas, carros arrastrados por la corriente, vagones del tren con el agua hasta las ventanas y el resto del transporte público paralizado, padres cargando en hombros a sus hijos para cruzar ríos callejeros. Pérdida de vidas humanas…

Todas estas imágenes —y muchas más— no son de una película de ciencia ficción ni recuerdos de una tormenta extraordinaria: son la escena común que se vive cada día de lluvia en Guadalajara.

Y mientras tanto, el gobierno no hace nada para dar una solución. Se limita a reaccionar una vez que el agua ya ha desbordado las calles, como si la única respuesta posible fuera sacar bombas y colocar señalamientos de advertencia. Prefieren culpar a la naturaleza en lugar de aceptar su responsabilidad, e intentan convencernos de que las inundaciones son normales, que debemos resignarnos a aceptarlas como parte de nuestra vida en la ciudad. Pero las inundaciones en Guadalajara no son culpa de la lluvia, sino del modo en que se ha venido construyendo la ciudad: alterando el ciclo natural del agua, eliminando las áreas verdes, permitiendo el crecimiento inmobiliario sin planeación hidráulica y destruyendo ecosistemas para poder lucrar.

Pero a todo esto, ¿qué tiene que ver la interrupción del ciclo del agua con que se inunde Plaza de Sol o la colonia Atlas? ¿Cómo es que la expansión inmobiliaria causa inundaciones? Y, sobre todo, ¿Qué alternativas existen para solucionar el problema y por qué no se han puesto en marcha?

ENTENDER EL CICLO NATURAL DEL AGUA Y COMO ES QUE LA CIUDAD SE INUNDA POR HABERLO INTERRUMPIDO

El agua sigue un ciclo natural: se evapora, se condensa en la atmósfera, cae como lluvia, se infiltra en el suelo, fluye hacia los ríos, se evapora de nuevo y el ciclo continúa. Cuando este proceso se mantiene en equilibrio, el agua se distribuye de forma natural: una parte regresa al aire, otra recorre la superficie en arroyos o ríos, y otra —una parte fundamental— se filtra hacia el subsuelo. Esa infiltración permite recargar los acuíferos, alimentar los manantiales y mantener la humedad del suelo. Es lo que evita la desertificación, sostiene la vegetación y estabiliza el terreno.

Pero cuando una ciudad como Guadalajara crece sin respetar este ciclo, y reemplaza la tierra permeable por concreto, asfalto y estructuras impermeables, todo el volumen de agua que antes se absorbía ahora se queda en la superficie. Ya no hay tierra que la reciba, ni árboles que la frenen, ni cauces naturales que la conduzcan. Lo que antes era captado de forma gradual, ahora corre de golpe. Esa agua que debería haberse infiltrado en el subsuelo es la que se acumula en la superficie e inunda la ciudad.

El resultado es brutal: el suelo, incapaz de absorber, se comporta como una losa inclinada por la que el agua se desliza con fuerza, se acumula en las partes bajas y desborda coladeras, avenidas y pasos a desnivel. No es que llueva más que antes: es que la ciudad perdió su capacidad de absorber el agua que cae. El agua no se va: se queda, se acumula y corre por la superficie violentamente.

Por eso las inundaciones cada que llueve, porque la ciudad casi por entero se ha vuelto impermeable, y el agua, sin otra opción, busca abrirse paso. Es la consecuencia de haber roto el ciclo que daba orden y equilibrio al agua desde siempre.

URBANISMO PARA EL NEGOCIO, NO PARA LA VIDA
Las inundaciones en Guadalajara sí tienen solución

Nuestra ciudad no se inunda por accidente, ni por mala suerte, ni por culpa de la naturaleza. Se inunda porque fue construida pensando en hacer negocios lo más rápido posible, sin pensar en la vida, el ecosistema o las consecuencias del futuro.

En las últimas décadas, la industria inmobiliaria se ha convertido en uno de los negocios más redituables del país, y también en una plataforma ideal para el lavado de dinero y la especulación financiera. Guadalajara no ha sido la excepción. Este monstruo ha engordado los bolsillos de políticos, empresarios y delincuentes de cuello blanco, a costa de bosques arrasados, cerros devastados y una ciudad cada vez más frágil ante las lluvias.

Principalmente desde los años dos mil, los gobiernos municipales del Área Metropolitana y el propio Gobierno del Estado han sido cómplices criminales de esta situación. Han flexibilizado la normativa urbana mediante una corrupción sin precedentes, ignorado estudios hidráulicos y otorgando permisos de construcción a diestra y siniestra, aún en zonas de riesgo.

No de a gratis se le llama ya “el Cártel Inmobiliario”. Queman áreas naturales protegidas, pavimentan cientos de hectáreas que deberían servir como zonas de recarga hídrica, cercan parques públicos para secarlos y venderlos, y luego se lavan las manos cuando la ciudad colapsa con cada lluvia. Hoy el agua reclama lo que la avaricia permitió destruir.

De todos los partidos políticos que nos han gobernado, ninguno se salva. Ni el PRI, ni el PAN, pero especialmente Movimiento Ciudadano, quien no solo ha seguido esa ruta, sino que la convirtió en su política oficial de gobierno. Toda su agenda —tanto política como administrativa— tiene como piedra angular el negocio de la construcción, siempre en beneficio de sus amigos y prestanombres.

SOLUCIONES SI LAS HAY, UNICAMENTE HACE FALTA VOLUNTAD DEL GOBIERNO (Y DE LA OPOSICIÓN)

Las inundaciones no son una condena inevitable. Las soluciones existen, han sido aplicadas en otras ciudades y podrían funcionar en Guadalajara cuando haya voluntad de cambiar el modelo de ciudad que las provoca.
De entrada, se debe reemplazar parte del pavimento por material que permita la infiltración del agua hacia el subsuelo. No se hará de golpe ni en toda la ciudad, pero se puede empezar por las zonas más afectadas.

Es urgente construir vasos reguladores, espacios diseñados para retener temporalmente el exceso de agua durante las lluvias. También se pueden desarrollar parques inundables, que funcionan como zonas de contención natural durante el temporal y como áreas verdes el resto del año.

Los ríos que hoy están entubados bajo tierra deben desentubarse y recuperar su cauce natural. En lugar de tratarlos como desagües escondidos, deben convertirse en ejes verdes a cielo abierto, que no sólo ayuden a contener el agua, sino que también embellezcan la ciudad y reactiven las economías locales por donde pasen. Como el río Cheonggyecheon, en Seúl: un cauce entubado fue transformado en parque lineal, orgullo urbano y ejemplo internacional.
Las inundaciones en Guadalajara sí tienen solución

En techos, banquetas y jardines se pueden instalar jardines de lluvia y sistemas de captación pluvial, que recogen el agua para su uso posterior o para devolverla al subsuelo.

Estas acciones acabarían con las inundaciones. Son viables, benéficas para el ecosistema, la vida y la economía. Lo que falta no es dinero ni ideas, sino voluntad política y visión de futuro, tanto en el gobierno como en una oposición que, hasta ahora, solo ha buscado la nota fácil con su crítica simplona.

TRANSFORMEMOS NUESTRA CIUDAD

Puede que los actuales gobiernos municipales y estatal no vayan a hacer nada, no porque quieran que la ciudad se siga inundando, sino porque no ven la manera en la que podrían sacar ganancias en el proceso, ni económicas ni políticas. En la forma tradicional de hacer política, la decisión sobre echar a andar una obra pública o patearle el bote a la siguiente administración recae en la probabilidad de que dicha obra sea políticamente redituable, “¿Terminaré la obra antes de acabar mi administración para poder colgarme la medalla y asegurar así mi próxima elección?” Si la respuesta es afirmativa, la obra va; si la respuesta es negativa, ni pensarlo.

En estos casos, la oposición tiene la responsabilidad de llevar la propuesta a la mesa, de exigir que se admitan los proyectos, de enarbolar esta lucha junto al pueblo, de generar la presión necesaria para obligar a las autoridades. ¿Será que tampoco lo hacen para evitar que el gobierno en turno se cuelgue la medalla? Sea como sea, insisto, sólo hace falta voluntad. Desde aquí pongo sobre la mesa de la conversación pública algunas ideas para quien las quiera retomar:

- Legislar para prohibir en la ley la construcción de nuevos suelos sin estudios hidráulicos y sin infraestructura para la infiltración pluvial.
- Modificar los reglamentos para exigir la utilización de materiales permeables en nuevas obras públicas y privadas.
- Detener la emisión de permisos para desarrollos que afecten cerros, bosques o cauces naturales.
- Diseñar e implementar un plan metropolitano para construir nuevos vasos reguladores, parques inundables y desentubamiento de ríos.
- Establecer un programa público que financie o en su caso incentive los techos verdes y captación de agua pluvial en escuelas, edificios públicos y viviendas.
- Asignar presupuesto anual para recuperar ecosistemas urbanos —como ríos, barrancas y áreas verdes—, y para mantener limpia y funcional la red de drenaje pluvial.

Las soluciones existen. Están esperando que alguien las haga suyas. Morena Jalisco podría glorificarse; o no, o entonces le tocará al pueblo enfrentar esta lucha contra las y los políticos de siempre —contra TODOS los partidos—.