La violencia que viene (Primera parte)
Sección: Al Fondo a la Derecha
Publicado el 12/11/2025 —
Por Teofilo Guerrero
@teofiloguerreromanzo
Como cada miércoles después de mediodía, un grupo de personas de la tercera edad, entre los sesenta y cinco y ochenta años, se comienza a congregar alrededor del Congreso Argentino. Al llegar a la Plaza que acompaña al edificio se encuentran con el operativo de la Policía Federal y la de la Capital, la tristemente célebre Bonaerense, autora de asesinatos y crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, y en la represión de 2001. Por cada jubilado hay por lo menos dos policías. Al filo de las tres de la tarde comienza la protesta, hay consignas, tambores, cantos… Los jubilados intentan avanzar, pero casi de inmediato reciben gases lacrimógenos, golpes, aventones… para las fuerzas represivas la edad de estas personas es irrelevante, su orden es golpear.
En Ecuador otra protesta organizada en varias provincias por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE), termina con una fuerte represión de las fuerzas armadas de Daniel Noboa, el presidente ecuatoriano nacido en Miami, el saldo después de varios días de protestas es de tres muertos, cientos de heridos, detenidos y víctimas de desaparición forzada.
En El Salvador, el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) es acusado de condiciones inhumanas, aislamiento, tortura, violación del debido proceso y muertes bajo custodia estatal, pero las acusaciones y preocupación de varias organizaciones de derechos humanos en el mundo no han hecho mella en la voluntad del gobierno de los Estados Unidos para deportar a cientos de migrantes a ese centro de confinamiento.
Hind Rajab tenía apenas cinco años cuando el ejército israelí la asesinó junto a su familia, trescientas cincuenta y cinco balas de los soldados sionistas fueron las responsables, este hecho de extrema crueldad se suma a los asesinatos de las personas que se acercaban a los centros de distribución de ayuda humanitaria, y perpetrados por también miembros del ejército israelí.
En Sudán las fuerzas aliadas a los emiratos árabes unidos cometen masacres cotidianas de cientos de personas, civiles, principalmente.
De la manera en la que los sicarios terminan con la vida de las personas en México, Colombia, Brasil, o en cualquier otro lugar de Latinoamérica en donde domina el crimen organizado, así como las violentas dinámicas de despojo, no voy a abundar, es de sobra conocido por nosotros.
La crueldad desplegada por los gobiernos neoliberales, el poder económico, o sus esbirros a sueldo, es inaudita. Cada día nos enteramos de una nueva masacre, o de un crimen que supera en horror al anterior. Vivimos tiempos de necropolítica: sin muertos, no hay ganancia.
Tanta violencia contra los pobres, desvalidos, inocentes, débiles, no puede no tener una reacción. No se puede descartar que un día haya alguien que levante la mano empuñada para contrarrestar un golpe, y entonces los poderosos puedan tener la justificación suficiente para aplicar más violencia y más crueldad, y seguramente ésta tendrá una réplica que nos lleve a la justa violencia de quienes padecen y no están en condiciones de seguir soportando tanto odio, tanta crueldad, tenemos a la historia como evidencia: la violencia que viene, desafortunadamente, puede que sea urgente y necesaria.
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