La diputada que alzó la voz contra el lomelismo

Sección: Morena: Partido y Movimiento

El riesgo que sigue latente
La reciente disputa pública entre legisladores locales de morena en Jalisco no es sólo una anécdota para dejar pasar: es una señal de alerta sobre cómo las prácticas tradicionales del poder —la traición, la imposición, la mercantilización de la política— están empezando a proliferar al interior del movimiento. No se trata de una persona ni de un bando, se trata del rumbo que morena está tomando en el estado.
Ya en la tercera edición de esta revista escribí sobre el fenómeno de La Derecha Dentro de morena, un tema que es fundamental analizar, porque lejos de estarse intentando corregir, hoy se manifiesta con mayor crudeza. Durante años hemos estado repitiendo que no somos lo mismo, porque en efecto, el obradorismo sí representa un cambio de paradigma en la concepción y en las formas de hacer política, no obstante, las prácticas de los “referentes” de morena en la actualidad cada vez se alejan más de esta filosofía y se acercan más a la política tradicional.
Desde la tribuna
El pasado martes, la diputada Brenda Carrera subió al estrado del Congreso para denunciar con firmeza al Dr. Carlos Lomelí, frente a lo que ella definió como “un acto de autoritarismo disfrazado de estrategia política”. También se dirigió a varios de sus compañeros, a quienes llamó serviles y pragmáticos: “Qué vergüenza que una persona que tiene tatuada en la frente la palabra DERROTA, que pretende ser gobernador y no pudo ni siquiera ganar Guadalajara; ese individuo que una tras otra traiciona su palabra y que usa el poder del dinero y la amenaza para comprar conciencias, ese mismo, les dé órdenes”.
¿A qué acto de autoritarismo se refiere la diputada? ¿Qué tendría que ver el senador Lomelí con la bancada local de morena Jalisco? ¿Es verdad que la mayoría de diputados en la fracción obedece a las órdenes del Doctor? ¿Es Miguel De La Rosa el títere de Lomelí?
Un poco de contexto: la alianza entre Laura Imelda, Miguel De La Rosa y Lomelí.
Al principio de la presente legislatura, se designó como presidente de la bancada morenista a Miguel De La Rosa, mediante compromisos que nunca serían cumplidos, y con ayuda del voto de los tres diputados que conforman el bloque lomelista. Mientras abajo se disputaban el cargo entre varios aspirantes, por encima se tejía el acuerdo cupular. Veamos pues.

Como todos sabemos, De La Rosa pertenece al equipo de Laura Imelda, la alcaldesa de Tlaquepaque; ambos a su vez, tienen como padrino político al diputado federal: Alfonso Ramírez Cuellar, actualmente vicecoordinador de la fracción morenista en la Cámara de Diputados. El vicecoordinador y el senador Lomelí tejieron un acuerdo de largo plazo, que se operaría en Jalisco a través de la alianza LauraDeLaRosa-Lomelí. Parte de su alianza dicta que como nuevo grupo híbrido se comprometían todos sus integrantes a apoyar al Dr. Lomelí rumbo a la candidatura del gobierno del estado en 2030, por si tocara hombre, y a Laura Imelda por si tocara mujer. Entre otros acuerdos más, su pacto establecía también repartirse el pastel desde el principio: a Laura Imelda le tocaría la presidencia de la bancada con De La Rosa, y a Lomelí le tocaría la presidencia del Comité Ejecutivo Estatal del partido, con María Padilla, pero en una negociación secundaria de Lomelí con el Gobierno de la 4T, se decidió que Padilla iría a una delegación, y en su lugar entraría Erika Pérez a la presidencia.
Laura Imelda decide no respetar el apoyo prometido a la candidata del lomelismo, y con justa razón, pues el acuerdo inicial había sido para María, no para Érika, su enemiga personal. Pero lo respetó parcialmente sacando su propia candidata, garantizando la división del voto anti-Lomelí. Por otro lado, Miguel De La Rosa se mantuvo firme operando en favor de Erika Pérez, pues de ello dependía su continuidad en la presidencia de la bancada. Y así fue como Miguel De La Rosa quedó amarrado como un miembro más del equipo del Dr. Carlos Lomelí, supeditado a los designios del jefe de su nuevo equipo y levemente distanciado de Laura, aunque todos dentro del mismo barco: el de la alianza Cuellar-Lomelí.
El arrebato autoritario
En el acuerdo inicial con el que se apoyó a Miguel De La Rosa, se le había prometido a Alejandro Barragán la presidencia de la mesa directiva para cuando le tocara el turno a morena, y a Itzul Barrera la presidencia de una comisión. Ambos fueron víctimas de promesas vacías y compromisos que, habiendo llegado su tiempo, no les serían cumplidos. En días pasados le llegó a morena el turno de presidir la mesa, pero en vez de cumplirle a Barragán, se decidió que Marta Arizmendi ocuparía ese cargo.
Con este movimiento, De La Rosa perdió para siempre la confianza de Barragán, pero, como aquí lo que cuenta no es la confianza, sino los votos, en breve se empezaron a mover las piezas. Su estrategia fue buscar a Itzul para prometerle la presidencia de una comisión a cambio de su voto —en efecto, por segunda ocasión, la promesa que le habían incumplido— pero, las presidencias de comisiones no se dan en los árboles, ¿de dónde podrían sacarla? “Pues muy fácil” —pensaron— “se la quitamos a Brenda y se la damos a Itzul” —como arrebatarle un dulce a un niño—.
Y así, no como una bancada que hace equipo en el parlamento para impulsar una agenda común, y no como compañeras y compañeros que se cuidan unos a otros; los curules en el Congreso y las nóminas que van con el paquete, terminan siendo más como rebanadas de un pastel que se distribuye en un mercado político, y muchos diputados terminaron comportándose como los comensales que deben estar dispuestos al despojo, al servilismo y a la traición, para poder comerse una rebanada.
Llamamiento
Las diputadas y diputados de morena tienen la responsabilidad histórica de rectificar el rumbo. No basta con señalar los errores ajenos si se replican las mismas prácticas en casa. La transformación no puede ser sólo un compendio de lemas que se repiten en los discursos: debe traducirse en actos de congruencia y lealtad con el pueblo. Es momento de dejar atrás el reparto de cuotas, de romper con el pragmatismo servil; es momento de volver a colocar los principios por encima de los intereses. Aún estamos a tiempo.
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