Irán responde: el fin de la impunidad israelí y el doble rasero de Occidente

Sección: Geopolítica

Publicado el 16/06/2025 —
Por Raúl Barajas
@BarRaul
Durante décadas, Israel ha actuado en Medio Oriente con una impunidad que avergüenza al derecho internacional. Asesinatos selectivos, sabotajes, incursiones militares transfronterizas y el uso sistemático del terror de Estado han sido prácticas recurrentes que, sin embargo, han gozado del aval (explícito o tácito) de las potencias occidentales. Los recientes ataques israelíes contra objetivos en territorio iraní, incluyendo la ejecución de altos mandos militares, científicos y académicos, no son una excepción. Son parte de una política agresiva sostenida por una narrativa que invierte el sentido de víctima y victimario.
La respuesta de Irán, hasta ahora contenida, ha comenzado a virar. El país persa ha decidido suspender su participación en las negociaciones sobre el acuerdo nuclear con Estados Unidos, intensificó los ataques directos a objetivos estratégicos en Israel, incluyendo centros de mando militar en Tel Aviv, ha derribado aeronaves y ha atacado una base aérea donde se almacenan F-35 de fabricación estadounidenses. Según reportes no confirmados por las partes, incluso podría estar intentando un ataque sobre infraestructura nuclear israelí.
Mientras esto ocurre, Washington, Londres y París (auténtico triángulo de la hipocresía internacional) lanzan advertencias severas no a Israel, que inició la agresión, sino a Irán, por la osadía de responder. Se acusa a Teherán de querer escalar el conflicto, cuando es claro que se encuentra en legítima defensa frente a una serie de provocaciones sistemáticas. Este doble rasero, habitual en la política exterior occidental, muestra una vez más cómo se desnaturaliza el derecho internacional cuando no sirve a los intereses hegemónicos.
No se trata aquí de defender la guerra como solución, sino de entender que la disuasión es muchas veces el único recurso frente a un enemigo que no reconoce límites. Israel posee entre 80 y 90 ojivas nucleares (según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo o SIPRI), nunca ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), y jamás ha sido sancionado por ello. ¿Con qué legitimidad se puede negar a Irán el derecho a buscar una capacidad disuasiva similar, más aún cuando su integridad territorial y su soberanía están bajo ataque constante?
Lo más grave no es solo el fuego cruzado entre naciones. Lo trágico es el silencio cómplice del resto del mundo. La mayoría de los gobiernos no solo callan, sino que mantienen relaciones diplomáticas, comerciales y/o militares (México incluido) con un Estado que comete crímenes de guerra en Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria e Irán. La tibieza con la que se condenan estos actos contrasta con la dureza con la que se juzgan las respuestas de quienes se defienden.
La situación actual debe ser entendida como un punto de quiebre. Irán ha decidido no seguir tolerando la agresión. Y aunque el escenario que se abre es incierto y peligroso, también representa un cambio en la correlación de fuerzas que durante demasiado tiempo fue unilateral. El equilibrio solo es posible si se restablece una mínima simetría entre los actores. Y si Occidente no está dispuesto a garantizarla por medios diplomáticos, no puede quejarse cuando otros la buscan por otras vías.
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