HACIA LA DIGNIDAD DEL TIEMPO: PORQUÉ MÉXICO NECESITA REDUCIR LA JORNADA LABORAL A 40 HORAS SEMANALES

HACIA LA DIGNIDAD DEL TIEMPO: PORQUÉ MÉXICO NECESITA REDUCIR LA JORNADA LABORAL A 40 HORAS SEMANALES

Sección: El Gobierno de la 4T

Foto del autor Publicado el 22/04/2025 — Por Raúl Barajas @BarRaul

En el año de 1961, la Unión Soviética planteó una reforma radical: reducir la jornada laboral de 40 a 30 horas semanales sin merma salarial, con el objetivo de elevar el estándar de vida de los trabajadores. Esta medida, lejos de representar una simple utopía socialista, fue motivo de preocupación para la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), cuyas evaluaciones internas (hoy desclasificadas) reconocen que el proyecto soviético no solo estaba funcionando, sino que generaba una serie de mejoras estructurales en la vida laboral y económica de aquel país. Según estos informes, los trabajadores soviéticos, al laborar menos horas, rendían más, tenían mayor energía, descansaban mejor y disponían de más tiempo para el estudio, la convivencia familiar, el ocio y el desarrollo personal. Todo esto, a su vez, empujaba a los gerentes y a las fábricas a modernizarse mediante la innovación tecnológica, lo que incrementaba la eficiencia general del sistema. El resultado era paradójico para el dogma capitalista: más productividad con menos explotación.

Karl Marx ya lo había anticipado un siglo antes, en su obra El Capital. En su crítica a la economía política, señala que reducir la jornada laboral no significa necesariamente perder productividad. Al contrario, al condensar el esfuerzo en menos tiempo, el trabajador puede operar con mayor intensidad y precisión. A esto lo llama la concentración del trabajo, una fórmula que libera tiempo humano para actividades más allá de la simple subsistencia. No se trata solo de trabajar menos, sino de vivir más plenamente. De usar el tiempo como lo que realmente es: una de las riquezas más valiosa

El tiempo atrapado en México

México, en pleno siglo XXI, sigue atrapado en una lógica laboral decimonónica. Mientras gran parte del mundo ha adoptado esquemas laborales más humanos y eficientes, en México se mantiene una jornada semanal de 48 horas, una de las más largas entre los países miembros de la OCDE. No solo se trabaja más: se vive menos.

La politóloga y analista Viri Ríos ha documentado en múltiples artículos e investigaciones cómo, a pesar de los esfuerzos por reformar la jornada laboral en el país, las élites políticas y empresariales se han opuesto sistemáticamente. Desde el año 2022 se ha impulsado una reforma para reducir la jornada a 40 horas semanales (una medida ya adoptada por buena parte del mundo), pero el Congreso, en complicidad con cúpulas empresariales y bajo el argumento falaz del “daño económico”, ha postergado su aprobación. Ríos ha señalado que reducir la jornada laboral no solo es viable, sino urgente. México es un país donde se trabaja mucho y se gana poco. Donde el tiempo se diluye entre traslados, agotamiento y doble jornada, sin que ello se traduzca en una mejora sustancial en la calidad de vida.

Lo más alarmante, según los datos que Viri Ríos ha analizado, es que la alta carga horaria no implica una mayor productividad. En realidad, México tiene una de las productividades laborales más bajas de la OCDE. Es decir, se trabaja mucho para producir poco. Y no porque el trabajador mexicano no sea capaz, sino porque el sistema laboral está basado en la sobreexplotación y no en la eficiencia. Modernizar el aparato productivo, invertir en tecnología y mejorar las condiciones laborales es más costoso para los patrones en el corto plazo que simplemente exprimir al trabajador en jornadas interminables.

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Más horas de vida, no de trabajo

Reducir la jornada laboral no es solo una demanda económica: es una demanda profundamente humana. Es un reclamo por el derecho al tiempo, al descanso, a la salud física y mental, al ocio (también un derecho, aunque se niegue desde el discurso productivista) y al desarrollo integral de la persona. Una jornada de 40 horas permitiría que millones de trabajadores y trabajadoras en México recuperen al menos una parte de su vida. Que puedan ver crecer a sus hijos, que estudien, que disfruten de una tarde sin pensar en el reloj o el despertador del día siguiente.

Y lo más relevante: esta reforma no es un perjuicio para las empresas o el Estado. Al contrario, como lo demostró el caso soviético y como Marx lo teorizó con claridad, trabajar menos puede generar más riqueza, en tanto obliga a repensar la lógica del trabajo en función de la eficiencia y no del desgaste. Países que han adoptado la jornada reducida han demostrado mejoras en salud, productividad, innovación y felicidad general de la población.

Conclusión: el tiempo es un espacio de lucha

México necesita avanzar hacia una jornada laboral de 40 horas semanales. No solo porque es justo, sino porque es posible y urgente. Quienes se oponen a esta reforma bajo el pretexto del “impacto económico” están defendiendo un modelo de sobreexplotación obsoleto, que solo beneficia a una minoría empresarial a costa del tiempo, la salud y la vida de millones. El tiempo debe dejar de ser una mercancía. Es hora de reconquistarlo como un derecho. Porque el trabajo no debe ser una condena, sino una parte digna de la vida humana. Y para que eso sea realidad, necesitamos más tiempo para vivir.