Gentrificación y turistificación: el nuevo rostro del despojo global

Sección: Opinión

Publicado el 16/07/2025 —
Por Raúl Barajas
@BarRaul
En ciudades como Berlín, París, Roma, Toronto o San Francisco, la gentrificación ha dejado de ser un fenómeno emergente para convertirse en una catástrofe social con rostro de legalidad. En nombre de la “revitalización urbana” y la “revalorización de zonas deprimidas”, se ha desplazado a poblaciones históricas, encarecido la vivienda y deformado la vida comunitaria hasta reducirla a un parque temático para turistas y clases privilegiadas. El proceso va de la mano con la turistificación: la conversión de barrios completos en destinos de consumo efímero, espontáneo e impulsados por plataformas digitales como Airbnb, sin ningún tipo de responsabilidad social o tributaria real.
Ejemplos globales: ciudades al borde del colapso
En Berlín, por ejemplo, tras años de crecimiento descontrolado de rentas y expulsión de vecindarios enteros, el gobierno intentó aplicar un congelamiento de alquileres en 2020, pero fue revertido por el Tribunal Constitucional alemán en 2021, por considerarlo incompatible con el derecho federal. Mientras tanto, los arrendadores, principalmente fondos inmobiliarios, ya habían duplicado sus ingresos. En París, zonas como el Marais o Montmartre han perdido a más del 60% de su población originaria, convertidas hoy en “burbujas Airbnb”.
En Roma, la turistificación ha sido tal que algunos supermercados ahora venden más recuerdos que alimentos, y barrios históricos como Trastevere están prácticamente inhabitados por romanos. En ciudades como Toronto o San Francisco, la financiarización de la vivienda ha hecho que incluso profesionales con ingresos estables no puedan pagar una renta sin compartir vivienda o trasladarse a zonas alejadas, rompiendo el tejido social.
MEDIDAS TIBIAS Y PARCHES LEGALES
Frente a esta situación, las medidas adoptadas por los Estados han sido tímidas, fragmentadas y, en muchos casos, contraproducentes. Se han impuesto topes al número de días de alquiler por año, licencias municipales para arrendamientos turísticos o zonas restringidas, pero las plataformas encuentran constantemente lagunas legales o directamente las ignoran. Además, muchas de estas medidas no atacan la raíz del problema: la vivienda como mercancía y el capital inmobiliario especulativo como norma.
La raíz del fenómeno está en la lógica neoliberal que entiende la ciudad como espacio de acumulación, no de vida. Por eso las políticas existentes suelen funcionar como “parches” que tranquilizan la indignación pública pero no modifican las estructuras que convierten el suelo urbano en botín de guerra financiera.
EL CASO MEXICANO: ENTRE LA DESTRUCCIÓN Y LA SIMULACIÓN
México no ha estado ajeno a este fenómeno. En la Ciudad de México, colonias como Roma, Condesa, Juárez o Escandón han sido capturadas por el turismo extranjero y el trabajo remoto globalizado, que paga precios que duplican los ingresos locales. Esto ha provocado un éxodo de familias, el cierre de negocios tradicionales y el colapso de servicios básicos en zonas de alta densidad turística. En muchos casos, los arrendadores desalojan a inquilinos de décadas para transformar sus departamentos en “estancias temporales” sin regulación ni impuestos reales.
En Oaxaca, la situación es aún más cruda. El centro histórico ha sido convertido en un escaparate de folklore para extranjeros. Mientras los hoteles boutique y departamentos de renta en dólares florecen, las comunidades originarias son desplazadas hacia los márgenes o los cerros. La cultura oaxaqueña ya no se vive, se exhibe. El libro “País sin techo” de Carla Escoffié retrata con claridad esta forma contemporánea de despojo, evidenciando cómo el derecho a la vivienda ha sido vaciado de contenido social para convertirse en un campo de privilegio.
Guadalajara no es la excepción. Zonas como Chapultepec, Americana o Lafayette viven un proceso acelerado de turistificación. Y aunque la clase política local ha sido lenta e incluso complaciente con estos procesos, en mi experiencia como asesor en el Congreso del Estado de Jalisco intenté promover un marco regulatorio real.
Proponíamos:
-Regular a las plataformas de renta temporal (Airbnb, Booking, etc.) con controles de licencias, límites por zona y fiscalización real.
-Establecer un rango mínimo y máximo de rentas basado en el precio catastral de los inmuebles.
-Impedir que una persona física o moral pueda rentar más de un inmueble, combatiendo así la concentración especulativa del mercado.
Estas propuestas, aunque recibidas con simpatía por algunos sectores sociales, fueron bloqueadas o ignoradas por una mayoría legislativa con compromisos claros con desarrolladores e inmobiliarias. Pero son parte del camino que necesitamos discutir en serio.
CONCLUSIÓN: VIVIENDA PARA VIVIR, NO PARA ESPECULAR
La gentrificación y la turistificación no son fenómenos inevitables ni naturales. Son el resultado de decisiones políticas que han despojado al espacio urbano de su dimensión humana y colectiva. Mientras no se reconozca que la vivienda debe ser un derecho y no un negocio, todas las medidas seguirán siendo adornos sobre una estructura podrida.
México necesita una política integral de vivienda que frene la financiarización del suelo, limite la especulación y proteja a las comunidades. Necesitamos fortalecer el derecho a habitar, no solo el derecho a pagar. Y eso implica, tarde o temprano, confrontar intereses poderosos y reorganizar nuestras ciudades desde la justicia social.
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