El México racista

Sección: Opinión

Publicado el 15/07/2025 —
Por Teresa Figueroa
@tarantelacocorit
Con frecuencia las redes sociales viralizan declaraciones o videos que exhiben el comportamiento racista que se da en nuestro país. La respuesta multitudinaria es el sancionar socialmente a estos individuos.
El racismo, el clasismo y el machismo son unánimemente rechazados en público, sin embargo, en los hechos estas conductas atraviesan todas las instituciones y personas que aquí vivimos. Para acabar con estas actitudes excluyentes debemos reconocer su presencia en muchos ámbitos de nuestra vida cotidiana.
El sistema de dominación y de inferiorización de un grupo social sobre otro permea las ideas, discursos y prácticas de los partidos que hasta 2018 gobernaron nuestro país. La ideología política prianista excluyó a la gente racializada y la sociedad asumió como verdadero este pensamiento.
Aún después de los cambios que ha traído la Cuarta Transformación, las fuerzas policiales o de seguridad suelen ejercer un trato arbitrario y prepotente hacia personas de rasgos indígenas o afrodescendientes. De la misma manera, a las personas de piel oscura les resulta más difícil acceder a la justicia, al derecho a la salud o a empleos mejor remunerados que a su contraparte de piel clara.
La desigualdad en las oportunidades de participación política para las personas racializadas es evidente. La cantidad de políticos que al llegar a un puesto de representación popular se practica cirugías estéticas para modificar su apariencia es mayor de lo que se cree.
Un ejercicio simple para visibilizar el racismo vinculado al poder político es contabilizar el número de diputadas y senadoras rubias o teñidas de rubio en relación con quienes son de cabello oscuro.
Al igual que los grupos políticos, el medio académico y artístico tiene un sesgo racial innegable. Véanse los apellidos de investigadores, creadores y directivos universitarios que en su mayoría corresponden a personas de ascendencia europea.
Ese racismo epistémico también se manifiesta en no considerar el conocimiento de la comunidad para la toma de decisiones de obras a ejecutarse en su territorio. Los proyectos de infraestructura, culturales o educativos omiten incluir el conocimiento ancestral de quienes ahí viven.
Los medios de comunicación y la publicidad tienen un papel primordial en la generalización del racismo. Los medios masivos predominantes tienden a promover estereotipos y a excluir la diversidad real del país.
El cambio político que se está dando en nuestro país se basa en la revolución de las consciencias y esta revolución tiene que pasar necesariamente por la erradicación del racismo.
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