El engaño de la “Línea 5 del Tren Ligero”: improvisación y simulación de Pablo Lemus
Sección: Jalisco se Cuece Aparte
Publicado el 23/09/2025 —
Por Raúl Barajas
@BarRaul
En Guadalajara se vende humo con la etiqueta de modernidad. El gobierno de Movimiento Ciudadano y, en particular, Pablo Lemus, promueven con bombo y platillo la llamada “Línea 5 del Tren Ligero”. Sin embargo, basta rascar un poco para entender que no se trata de un tren ni de una obra estructural que atienda de fondo la movilidad del Área Metropolitana de Guadalajara (AMG). Es simplemente un BRT disfrazado, una línea de camiones con carriles exclusivos, maquillada como si fuese parte del sistema eléctrico de transporte que la ciudad merece.
El motivo de la urgencia no es el bienestar de la ciudadanía, sino un calendario marcado por la FIFA: la necesidad de mostrar, durante el Mundial 2026, una “conexión de transporte público” entre el aeropuerto y el estadio Akron. A costa de ese escaparate internacional, se quiere imponer un sistema barato, improvisado e insuficiente que jamás podrá responder a la demanda de millones de pasajeros cotidianos que todos los días saturan las vialidades metropolitanas.
Un proyecto improvisado y con visión cortoplacista
La diferencia entre un tren ligero y un BRT no es menor. Un tren implica infraestructura duradera, capacidad de transporte masiva, reducción en tiempos de traslado y un proyecto de largo plazo. El BRT, en cambio, es un parche: autobuses articulados con carriles confinados, vulnerables al deterioro vial, con una vida útil mucho menor y una capacidad que no supera ni de lejos lo que un tren puede movilizar.
De acuerdo con estimaciones de movilidad urbana, una línea de tren ligero puede trasladar hasta 30,000 pasajeros por hora en cada dirección; un BRT, en el mejor de los casos, apenas alcanza entre 8,000 y 10,000 pasajeros. La diferencia es abismal y revela que el llamado “tren” es apenas un engaño semántico.
Además, el costo social y urbano no es menor. Se destinarán miles de millones de pesos en adecuaciones, carriles exclusivos y estaciones que no garantizan ni la eficiencia ni la seguridad. Y todo ello, únicamente para que en el Mundial los turistas extranjeros encuentren un “sistema” que les lleve al estadio, aunque quienes viven en Guadalajara sigan padeciendo un transporte público deficiente, caro e inseguro.
Un sistema que no atiende a la ciudad
El problema de fondo es que la política de movilidad en Jalisco se diseña para el evento y la foto, no para las necesidades reales de los usuarios. Las colonias más alejadas del centro siguen dependiendo de camiones viejos, saturados y con tiempos de espera eternos. El transporte nocturno es casi inexistente. Y en lugar de construir una infraestructura que conecte barrios enteros con el resto de la ciudad, se elige improvisar con un BRT para turistas y empresarios del espectáculo.
La urgencia de Pablo Lemus se nota: la obra no pasa por un proceso de planeación a largo plazo, ni por estudios serios de impacto social. Más bien se trata de una imposición política para sostener la narrativa de “modernidad” que Movimiento Ciudadano vende cada campaña. Pero la realidad es otra: el AMG sigue atascado en un sistema de movilidad del siglo pasado.
El costo para los ciudadanos
Mientras el discurso oficial habla de progreso, el ciudadano común enfrenta otra cara: tarifas cada vez más altas, servicios cada vez más saturados y promesas que nunca se cumplen. ¿De qué sirve presumir un transporte al aeropuerto y al estadio si los trabajadores que viajan diariamente desde Tlajomulco, Tonalá o El Salto siguen atrapados durante horas en un camión cualquiera?
La Línea 5 del Tren Ligero, que en realidad es un BRT, no solo es un engaño: es un recordatorio del desprecio con que se trata a la población. Porque al final, quienes vivirán con ese sistema serán los habitantes de Guadalajara, no los turistas que en 2026 solo usarán el transporte unas cuantas veces.
Lo que hoy se anuncia como un logro será, en unos años, otro “elefante naranja”: una obra apresurada, ineficiente y costosa que no resolverá la movilidad metropolitana. A los habitantes del AMG se les quedará otra vez a deber, atrapados en un transporte indigno, mientras el gobierno de Lemus celebra haber cumplido con el escaparate internacional.
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