El enemigo: la derecha dentro de la 4T

Sección: Al Fondo a la Derecha

Publicado el 25/03/2025 —
Por Marco Gutiérrez
@marcomx4t
Morena ha venido abriendo cada vez más sus puertas a representantes del régimen neoliberal y a partidos que no son de izquierda, adoptando una visión plenamente pragmático-electoral. Al inicio fue una táctica necesaria para alcanzar el objetivo estratégico de llevar a López Obrador a la presidencia, pero ahora, ya en pleno 2025, con total descuido y falta de responsabilidad, se han entregado muchas de las candidaturas y espacios de poder a personajes del conservadurismo, que, en definitiva, no se van a “purificar” sólo por usar un chaleco guinda.
Como consecuencia, el movimiento atraviesa una tremenda crisis de identidad política. Como ejemplos están el conflicto interno por el desafuero de Cuauhtémoc Blanco, la "foto del orgullo" con la que presumieron haber afiliado a Yunes (trámite que por fortuna se acaba de revertir), la iniciativa contra la reelección y el nepotismo que le batearon a la presidenta, y la división cada vez más notoria entre fundadores y neomorenistas. Si aterrizamos en Jalisco, tenemos la votación dividida por la autodeterminación de las adolescencias trans, la presunta “extrema coordinación” del presidente de la bancada local con el emecista gobernador del estado, y las traiciones entre candidatas y candidatos que se operaron en contra mutuamente durante las elecciones de 2021 y 2024.
Esta crisis de contradicciones internas en el partido de la Cuarta Transformación se debe a que la puerta se abrió de más, sin filtros y sin límite de cupo. Así pues, aunque la 4T sigue siendo un régimen que gobierna desde la izquierda, ahora padece una enfermedad, pues el virus de la derecha se ha logrado infiltrar.
Ahora bien, la derecha dentro de morena no se reduce a un puñado de personas con nombre y apellido que bastaría con sacar; trasciende hasta abarcar una serie de actitudes, pensamientos, discursos, acciones y vicios que se van cristalizando —a veces en coyunturas, a veces de forma continua— por individuos y colectivos que van personificando esta esencia opuesta al proyecto político-ideológico. Es una esencia derechizada que pretende normalizarse en el morenismo y que aspira a desplazar poco a poco al obradorismo.
Hemos visto a morena candidatear en una alcaldía, a familiares directos de quien está asumiendo el cargo en dicho proceso electoral.
Fuimos espectadores del show con el que morena se burló de su propia militancia y del pueblo en general, mediante la insaculación de candidaturas plurinominales en una tómbola, lo que terminó siendo una completa simulación, ya que los primeros espacios en la lista de plurinominales (los únicos que sí entran) fueron designados de manera directa, dejando hasta el final a quienes fueron insaculados.
La democracia interna es un sueño que aún ni se avizora. En Jalisco, durante el proceso para renovar la dirigencia estatal en 2022, se dio cancha abierta para elegir libremente a quienes ocuparían las secretarías del comité estatal; sin embargo, para la presidencia fue un caso muy distinto, pues, desde la dirección nacional (MD, por sus iniciales), bajó la línea dedocrática para imponer a quien se impuso. En 2024 se renovó nuevamente la presidencia del comité estatal; en esta ocasión, no hubo ningún dedo que bajara desde la dirección nacional; esta vez, lo que amagó a la democracia fue la compra de votos mediante sobres llenos de billetes y promesas de espacios en la nómina.
Hoy ya nadie cree en las famosas encuestas. No hay una sola persona en las filas de morena o en sus partidos aliados que se tome en serio aquel cuento de que morena elige a sus candidatas y candidatos mediante encuestas realizadas al pueblo. Las múltiples versiones que interactúan pintan un panorama muy claro y consistente sobre una red en forma de pirámide, tejida a base de acuerdos políticos y estrategias pragmáticas, mediante la cual se definen todas y cada una de las candidaturas del país. Quizás, en algunos casos, las encuestas realmente existan, pero no para definir inapelablemente una candidatura, sino apenas como un dato que sirve de referencia en circunstancias difíciles de consensuar.
No obstante, se menosprecia y desplaza a las bases con el audaz pretexto de que “no ganan las encuestas”. Así, el sentir general de la militancia de a pie es el de ser catalogados como mano de obra gratuita; la propiedad de morena, a la que no se le debe dar nada ni agradecer nada, porque ya es propia e imperdible; la tropa que fue genéticamente programada para disciplinarse ante todo; el sector que no debe ambicionar nada, ya que ese es el requisito indispensable para poder reservarles los cargos a las nuevas adquisiciones.
Tengo una pregunta: cuando todas las personas que creemos genuinamente en la transformación, todos quienes luchamos por ella, hayamos sido desplazadas y sólo queden personajes con esencia neoliberal y costumbres de la vieja política, ¿qué será de morena? ¿Seguirá siendo el partido de izquierda? ¿El partido de la “Cuarta Transformación”? ¿Qué será del gobierno cuatroteísta cuando su antesala (el partido) esté llena de puros personajes con esencia de derecha? ¡Toco madera!
Las diferencias y los límites entre obradorismo, morenismo y la 4T serán tema para otro artículo. Mientras tanto, las “militancias genuinas” de los tres espectros políticos deben asumir la tarea de organizarse y luchar contra la derecha dentro de la 4T. Cuando hablo de militancias genuinas, no me refiero al tiempo de pertenencia ni a los orígenes desde donde migraron, sino a las motivaciones reales de su participación: a sus principios e ideales, a sus convicciones e intereses, a su concepción sobre la política y el poder. Este artículo es un exhorto a que las militancias genuinas de la izquierda dentro de la 4T derroten al enemigo: a la esencia de derecha dentro de morena.
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