¿Derrota o triunfo para morena?

Sección: Morena: Partido y Movimiento

El presidente, a pesar de haber sido el mayor gigante de la era moderna en la patria mexicana, se vio frenado hasta cierto punto, por un lastre que no lo dejó consolidar el inicio de la transformación como lo había planeado. Hacia el final de su mandato se topó con un obstáculo que no se pudo saltar: la Suprema Corte de Justicia de la Nación, volcada irracionalmente en su contra, en franca alianza con la derecha política y los poderes fácticos. La oposición había encontrado una estrategia para frenar la transformación. Era entonces crucial esta batalla, pues sería definitoria para el avance o el estancamiento de la 4T, durante la próxima etapa inminente, la recién bautizada, “segundo piso de la transformación”.
13% de participación
Al momento de escribir estas líneas, los datos del INE arrojan que 13 millones de personas acudieron a votar. Con eso, la derecha y los medios de comunicación convencionales han elegido anclarse en el argumento de que la elección fue un fracaso porque, según dicen, esta cifra no le da legitimidad, a diferencia de los 50 millones que votan en una intermedia, es decir, apenas una tercera parte de “lo normal”. ¿Es mucho menos? Sí. Pero carece de objetividad comparar las peras con las manzanas.
En las otras votaciones (donde elegimos al Legislativo y al Ejecutivo), las personas salen a votar porque tienen diversos incentivos: para castigar a un partido; porque fueron amenazados con perder su trabajo; porque les compraron su voto; porque fueron movilizados; porque confían en una persona candidata o en su partido; porque esperan conseguir trabajo; porque sienten el deber cívico de participar; en fin, porque ven una relación directa o indirecta entre quién gana y sus intereses.
¿Existieron todos estos incentivos esta vez? Obviamente no. En la elección del Poder Judicial prácticamente sólo hubo movilización de las estructuras que se articulan en torno a la 4T. Todo lo demás brilló por su ausencia. Entonces, ¿Qué cantidad implica una buena o una mala calificación? Cuántos votos deberían esperarse de un proceso donde la oposición estuvo haciendo campaña para no votar, donde ni el PRI ni el PAN movilizaron. Ya sólo por este aspecto lo sensato sería esperar 40 millones de votantes, pero con esto, la lista de factores para la abstención apenas comienza.
En la pasada elección nadie tuvo el incentivo de ir a votar en contra de un partido corrupto; los trabajadores de todo el aparato estatal no fueron amenazados para ir a votar; nadie estuvo comprando votos; el pueblo no conocía prácticamente a ningún candidato; no influyó la cultura cívica de ir a votar, pues al ser la primera vez, no existe todavía una tradición. Y, además, la idea generalizada de ni siquiera entender cómo votar, a menos de que alguien te brindara un acordeón…
Así pues, sin ningún incentivo de por medio, no se podía esperar que 40 millones de mexicanos acudieran a las urnas. Con todas las condiciones en contra, era de suponerse que nadie fuera a votar por convicción propia, y, una estimación objetiva era que sólo irían a votar los movilizados de la 4T y sus más férreos simpatizantes.
En conclusión, la legitimidad de la elección ya viene implícita desde que el pueblo aprobó la Reforma, al haber votado mayoritariamente por el Plan C, en 2024. Lo único que está para valorarse es la capacidad de movilización que actualmente tiene morena junto a los aliados de la 4T. Y ¿cuál es el veredicto?, veamos, 13 millones equivalen a un promedio de 43,000 votantes por distrito federal electoral, la verdad es que, electoralmente hablando es una muy buena cantidad, teniendo en cuenta que todos esos votos son susceptibles de ser movilizados por morena y sus aliados para 2027. ¿Tendrían que haber podido más? Por supuesto que sí, mucho más, pero esa es otra historia.
La soberbia de haber soñado que se superaría la ratificación de mandato

Seré claro desde el principio: no hay punto de comparación entre una elección y otra. No entiendo en qué cabeza cupo la pretenciosa idea de haber querido sacar más votos para unos jueces desconocidos, que los efectuados para ratificar López Obrador. En 2022 se ponía en juego la permanencia del mejor presidente que ha tenido México en los últimos 70 años, el padre de la Cuarta Transformación, el líder nacional que personificaba la esperanza de una nueva patria. Fue un exceso de soberbia institucional, un error de cálculo imperdonable. Pensar que una elección incomprendida superaría la participación entusiasta por la defensa de Andrés Manuel, me parece que habla mucho del origen de los errores políticos que aún faltan por venir.
El último lugar: la derrota indudable de morena Jalisco
No me retracto de lo que ya publiqué antes en mis redes sociales, por el contrario, lo ratifico, el nivel de participación electoral en cada entidad federativa tiene varios factores, y entre los más importantes uno es: el partido que está gobernando, pero, como bien dice el dicho popular mexicano, “Jalisco se cuece aparte”. Aludo a esta frase porque en nuestro estado, el partido gobernante no fue un obstáculo, sino que operó movilizando votos ─Sí, me refiero a Movimiento Ciudadano─. Por si aún no lo sabían ahí les dejo el dato.
Con todo y eso, Jalisco quedó hasta abajo en la tabla. ¡No hay justificación para haberlo hecho tan mal! Pero sí hay una explicación clara: divisionismo, desorganización, nula legitimidad de quienes dirigen los procesos y menosprecio por la militancia.
Como todos lo saben, morena Jalisco tiene toda su existencia hundido en el divisionismo y sus respectivas luchas intestinas.
Van 9 años sin una dirigencia estatal legítima; ha tenido delegados impuestos por el CEN, una presidenta impuesta por el expresidente nacional, y otra más que llegó con la ayuda de compradores de votos y promesas de “aviadurías” en la nómina. Sin legitimidad no hay convocatoria y por lo tanto no hay unidad ni movilización.
En los últimos años, los procesos organizativos y electorales de morena Jalisco han sido conducidos y articulados por tres clases de morenistas: los foráneos, que no conocen el territorio ni a los actores; los neomorenistas, que recién vienen llegando de la derecha y no terminan de adaptarse al ADN de morena; y, por una fracción interna que ha comprado sus posiciones con "cañonazos de dinero".
Los tres tipos de “dirigentes” y “referentes” descritos en el párrafo anterior, han menospreciado al obradorismo.
Mientras no se aborden estas cuestiones desde raíz; mientras se siga apelando sólo al posicionamiento de la marca; mientras se sigan eligiendo las cuentas alegres y los militantes de papel (cantidad vs calidad), seguiremos viendo los mismos resultados.
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