Denise Dresser, adiós a tu mito sobre Andy

Denise Dresser, adiós a tu mito sobre Andy

Sección: Morena: Partido y Movimiento

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Publicado el 07/08/2025 — Por Marco Gutiérrez @marcomx4t
El pasado lunes 4 de agosto, Denise Dresser publicó en el diario Reforma su columna titulada “Adiós Andy”. En ella, asegura que el presidente Andrés Manuel preparó a su hijo para sucederlo, pero que ahora su proyecto dinástico se le derrite. Comienza diciendo que AMLO desde el primer día quiso controlarlo todo: el gobierno, el partido y la narrativa. Decir que Andrés Manuel quiso controlar el gobierno no es una crítica inteligente. Es un absurdo. El presidente es el jefe del Estado, el máximo representante del pueblo y el principal cargo de todo el gobierno mexicano. Tener control de su gobierno no sólo es legítimo: es incluso una responsabilidad. Lo que en verdad incomoda a Denise, es que López Obrador haya gobernado con autonomía de las élites económicas que realmente tenían el control durante la época neoliberal. ¿Control del partido desde el primer día? Falso. Esto me consta de manera personal. Durante su primer trienio, López Obrador se mantuvo al margen de morena, y nos dejó muy claro a todos los funcionarios de su gobierno la prohibición de participar —directa o indirectamente— en los procesos internos del partido. Andrés Manuel tenía la sincera ilusión de que morena pudiera tener una vida orgánica separada del gobierno, para no repetir la historia del partido de Estado. No fue sino hasta las elecciones intermedias de 2021 —tras la gran derrota en las alcaldías en la CDMX— cuando comprendió el costo de esa decisión. El partido se había quedado acéfalo desde 2018. Estaba vaciado de cuadros políticos. Las tribus peleaban más fuerte cada vez por la sucesión de poder y la repartición del pastel. Ni siquiera le habían respetado al presidente las únicas tres peticiones que dejó en la despedida de su militancia en el partido: elegir a los plurinominales por tómbola, consolidar el Instituto de Formación Política y utilizar encuestas reales para la designación de candidaturas de mayoría. Haber sacado las manos de tajo estaba dejando a morena al borde del colapso. En cuanto a la narrativa, es cierto que López Obrador la disputó todos los días desde un mecanismo inédito de rendición de cuentas, en un diálogo circular de puertas abiertas. Antes, la narrativa la controlaban las élites económicas a punta de chayotazos. AMLO la transformó con una genialidad democrática: la mañanera. Pero lo más inverosímil de la columna de Denise es su afirmación central: que el presidente preparó a su hijo para heredarle el poder. Quien conoce a López Obrador sabe que, bajo ninguna circunstancia, él estaría de acuerdo en que algún miembro de su familia llegara a la presidencia. No por nada impidió que sus hijos ocuparan cargos públicos durante su gobierno. Nunca fueron promovidos como figuras sucesorias, ni nada parecido, en los tiempos de Andrés Manuel. De hecho, no tuvieron presencia política pública fuera de los círculos más obsesivos del antiobradorismo. Lo que existe es una falacia alimentada por columnas, rumores y cuentas anónimas en redes sociales. Y —por qué no decirlo— también alentada, quizás, por círculos cercanos a Andrés Junior, que ven en aquella fantasía la posibilidad de apropiarse de la gallina de los huevos de oro. Aún faltan algunos años para tener un panorama claro sobre las y los posibles sucesores de Sheinbaum, pero, en definitiva, un hijo de López Obrador no está en los planes de AMLO, ni en los de la doctora, ni en los de la militancia de morena. Pero bueno, dejemos que la derecha se siga desgastando al pelearse con sombras, fantasmas y fantasías.