De Mujica a Noroña: Austeridad e incongruencia de la izquierda electoral mexicana

Sección: Opinión

Publicado el 16/06/2025 —
Por Juan Croniqueur
El 13 de mayo, a los 89 años de edad falleció en Montevideo José Alberto Mujica Cordano, conocido políticamente como “Pepe Mujica”. Más allá de su inquebrantable voluntad y sus ricas experiencias en la lucha político-social disidente –dignas de un profundo análisis por separado–, el Pepe trascendió por ser, quizá, el principal referente contemporáneo en la redignificación de la izquierda, es decir, en recolocar a la integridad como fundamento ético de la praxis política en la militancia de izquierda.
El planteamiento ético de Mujica no era complejo ni abstracto, carecía de la vanagloria y pedantería de muchos “brillantes” intelectuales que teorizan de todo, menos sobre las condiciones materiales concretas de vida. Para el Pepe era simple: ser de izquierda no es una postura teórica o discursiva, es principalmente praxis ejercida en primera persona; por ende, la sobriedad –austeridad–, humildad, honradez y razón crítica son la columna vertebral de la congruencia ética de quien se dice izquierdista.
El ejemplo de Mujica resonó fuerte a escala global, pero sobre todo en México, donde Andrés Manuel López Obrador fue siempre, a su manera, un político que refrendó en la práctica la trascendencia de estos mismos principios éticos. Sin embargo, mientras el Pepe daba su última lección de congruencia, sobrellevando en calma su proceso de muerte, el 18 de marzo, Gerardo Fernández Noroña, presidente del senado de la república, viajaba en clase ejecutiva a Estrasburgo, Francia, para participar en la Conferencia Europea de Presidentes de Parlamentos, desatando con ello una aguda polémica en medios y redes sociales ante la falta de austeridad en su viaje.
Más allá de los burdos ataques derechistas sobre el origen de los recursos usados por el senador –asunto plenamente clarificado–, sobresalen de esta escaramuza mediática algunas declaraciones en las que el propio Noroña parece no entender o no querer entender el profundo mensaje ético que personajes como Mujica, o el propio Andrés Manuel han pregonado, con su ejemplo, por décadas.
Dentro de la polémica por su viaje, en el propio homenaje al Pepe, en el senado de la república, Noroña dijo no sentir afinidad con el principio ético de austeridad: “yo en lo personal no soy austero… Y agregó en un video: “¿que por qué no es uno como Mujica?, pues yo nunca he dicho que sea austero en lo personal, y yo me muevo bajo las reglas de este sistema económico, que si puedo pagar algo lo pago, punto”.
Noroña, quien en más de una ocasión se ha jactado de su excelsa formación marxista universitaria, parece no lograr entender que el problema del exceso, la opulencia, los lujos o banalidades no estriba solamente en de dónde se originan los recursos –tema en sí mismo cuestionable si son públicos–, ni en si se tiene el poder adquisitivo para pagar lo que se antoje comprar. El senador quiere pasar por alto que, para la izquierda, el problema de los excesos no es sólo económico, sino primordialmente ético, e implica una falta de concordancia entre lo que se piensa, se dice y se hace, como bien lo señalaron en diversos momentos tanto López Obrador, con su noción juarista de la justa medianía, así como Pepe Mujica, con su llamado a la sobriedad.
El problema de la distribución inequitativa de la riqueza es grave y la izquierda se ha abocado a él con extrema agudeza, pero no bajo lo consigna consumista de que todos puedan vivir entre lujos, excesos y derroches, sino apelando a moderar la opulencia y la indigencia, como expresó en Sentimientos de la Nación, José María Morelos. Por lo tanto, el problema no sólo es tener o no tener, sino principalmente discernir qué es necesario y qué no lo es. Sin este análisis crítico interiorizado, las decisiones se tomarán siempre con base en el exceso, tal cual lo mandatan las leyes del mercado (desea más, consume más), como Noroña tan bien lo expresa en su comentario.
A diferencia de Noroña, López Obrador y Mujica entendían perfectamente que, quien sigue siendo rehén de los excesos, de las ansias de tener más –sea riqueza, poder o fama– puede hablar como izquierdista, pero será incapaz de actuar éticamente como militante de izquierda. Optar por la austeridad es rechazar por igual pobreza que riquezas o excesos materiales, es entender que la realización del ser humano no se encuentra en cantidades, lujos o frivolidades, sino en la entrega plena y coherente al pueblo, a quien se dice representar. No hay medias tintas: o se es congruente con el pueblo o no se es, porque, quien a dos amos sirve, con alguno queda mal.
Sin duda esta crítica es parcialmente injusta con Gerardo Fernández Noroña, a sabiendas que tanto en morena como entre sus aliados y diversos gobiernos de la 4T –ni hablar de personajes y gobiernos de derecha–, hay un sinfín de actores políticos en extremo incongruentes, que rayan en el cinismo viviendo entre excentricidades y lujos, entre nepotismo y corrupción, sirviéndose con la cuchara grande del dinero del pueblo mientras dicen velar por él. Ante esa pléyade de falsos izquierdistas, Noroña pareciere ser lo menos peor, sin embargo, ser lo menos peor no te vuelve congruente, la incongruencia es incongruencia, sea desfachatada o matizada.
Recientemente el Consejo Nacional de morena, a petición de la presidenta Claudia Sheinbaum, acordó adoptar una serie de lineamientos para que el partido-movimiento retome e institucionalice los principios éticos practicados tanto por el líder moral del movimiento, Andrés Manuel López Obrador, como por referentes internacionales de la talla de Mujica, llamando a la militancia a vivir una vida austera, demandándoles se abstengan de lujos y frivolidades, nepotismo y corrupción ¿Bastará una modificación estatutaria que exige predicar con el ejemplo? No lo sé, Rick… Por lo pronto, la mayoría de la élite guinda señaló abiertamente no sentirse aludida. Mal augurio.
“La austeridad no es un asunto administrativo, es un asunto de principios. No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”, dijo en reiteradas ocasiones Andrés Manuel. ¿Qué hará la cúpula morenista? ¿Seguirán el ejemplo de congruencia ética de Mujica, Obrador y Sheinbaum, o sólo se llenarán la boca con sus palabras? Explíquenos, senador Noroña, ¿qué se hace en esos casos?
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