Aviadores de lujo en Jalisco: el caso Eli Castro y la podredumbre del SIAPA

Aviadores de lujo en Jalisco: el caso Eli Castro y la podredumbre del SIAPA

Sección: Jalisco se Cuece Aparte

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Publicado el 08/09/2025 — Por Raúl Barajas @BarRaul
El reciente escándalo en torno a Margarita Elizabeth Castro Cárdenas, mejor conocida como Eli Castro, exhibe con crudeza la forma en que se maneja el poder y los recursos públicos en Jalisco bajo el sello de Movimiento Ciudadano. Castro, presentadora de televisión sin estudios profesionales comprobados, fue contratada como asesor técnico del director del SIAPA con un sueldo de 73 mil pesos mensuales, a pesar de no contar con ninguna experiencia ni conocimiento en temas de agua potable o alcantarillado. El problema no termina ahí: la ahora expresentadora ni siquiera se presentó a trabajar. Era una aviadora de manual, uno de esos personajes que aparecen en la nómina pública únicamente para cobrar, protegidos por el manto de la amistad y el compadrazgo político. Durante meses, Eli Castro disfrutó de un salario superior al de médicos especialistas del sistema de salud estatal, de profesores universitarios con doctorado o de ingenieros encargados de obras públicas, mientras su “aportación” al SIAPA fue inexistente. Cuando el caso se filtró a medios y redes sociales, la indignación social obligó a la Contraloría del Estado a iniciar una investigación. Tres meses después, la conclusión fue que tanto Castro como otro funcionario habían incurrido en faltas graves por abuso de funciones y contratación indebida. El colmo: al revisar su currículum, Eli Castro se ostentaba como abogada, pero únicamente pudo comprobar estudios de secundaria. No presentó título, no acreditó experiencia, y mucho menos pudo justificar conocimientos técnicos en procesos hidráulicos o de infraestructura de agua. El resultado es lapidario: alguien sin estudios más allá de la secundaria, sin formación y sin experiencia, fue colocado en un puesto de confianza con un sueldo de élite. Un sueldo que jamás se tradujo en trabajo, pero que sí se cobró puntualmente con dinero del erario. El SIAPA: corrupción sobre agua turbia El caso no ocurre en cualquier dependencia. El SIAPA es uno de los organismos más cuestionados y al mismo tiempo más importantes para la vida cotidiana de los habitantes del Área Metropolitana de Guadalajara. Es la institución responsable de garantizar agua potable y alcantarillado a más de 5 millones de personas, y sin embargo, lo que abunda en su historial son denuncias de corrupción, ineficiencia y abandono. Cada temporada de lluvias, Guadalajara se convierte en un escenario de inundaciones recurrentes: colonias enteras se anegan porque los drenajes no se han desazolvado, porque las alcantarillas permanecen obstruidas o porque simplemente no se invirtió en infraestructura. Las imágenes de vehículos flotando en calles convertidas en ríos, familias perdiendo muebles, electrodomésticos y enseres, son ya parte del paisaje habitual. A esto se suma la crisis de calidad del agua: en múltiples colonias de la metrópoli, el líquido llega sucio, con color y olor fétido, o de plano contaminado. Años atrás se documentaron casos de agua con presencia de metales pesados en colonias cercanas a presas y fuentes de abastecimiento. Y aun así, el SIAPA continúa cobrando puntualmente tarifas que cada vez resultan más elevadas. En resumen: el organismo no garantiza agua limpia, no atiende a tiempo las inundaciones, no da mantenimiento al alcantarillado, pero sí destina recursos a pagar sueldos de lujo a personajes como Eli Castro, cuyo único mérito fue ser conocida en los medios de comunicación locales. La red de aviadores naranjas El caso Castro no puede leerse como un hecho aislado. En Jalisco y Guadalajara, bajo los gobiernos de Movimiento Ciudadano, existe un ejército de aviadores de lujo escondido en las nóminas. Se trata de un mecanismo de corrupción institucionalizado: inflar plantillas con nombres de amigos, familiares o figuras públicas que jamás ponen un pie en la oficina, pero que cobran sueldos de miles de pesos mensuales. Cada uno de estos aviadores significa un desfalco directo al erario público, dinero que, en lugar de destinarse a mejorar servicios, se fuga a bolsillos privados. Mientras la ciudadanía paga tarifas altas de agua, transporte caro y servicios mediocres, funcionarios consentidos viven de sueldos escandalosos sin realizar trabajo alguno. El caso de Eli Castro es llamativo porque salió a la luz gracias al escándalo mediático. Pero lo verdaderamente preocupante es cuántos más casos como el suyo permanecen ocultos en las distintas dependencias: en el gobierno del Estado, en el Ayuntamiento de Guadalajara, en las direcciones de Zapopan o Tlaquepaque. El número de aviadores puede contarse por cientos, quizá miles, drenando millones de pesos cada mes en una práctica que se ha vuelto costumbre dentro de la clase política jalisciense. La simulación de Movimiento Ciudadano Movimiento Ciudadano llegó al poder con un discurso de “ciudadanía”, “modernidad” y “ruptura” con los vicios del viejo sistema político. Sin embargo, lo ocurrido en el SIAPA muestra que detrás de la fachada naranja se esconden las mismas prácticas de siempre: amiguismo, corrupción, nóminas infladas y una profunda falta de respeto hacia los ciudadanos. En el papel, el partido presume gobiernos de eficiencia y transparencia. En la práctica, permite que personajes sin estudios ni experiencia cobren salarios de élite, mientras los servicios públicos más elementales están en ruinas. La indignación ciudadana no es gratuita: es el resultado de constatar que los impuestos que paga la gente trabajadora terminan financiando sueldos de aviadores de lujo, al mismo tiempo que se niegan soluciones reales a los problemas de agua, seguridad, transporte o infraestructura. El caso Eli Castro no es una anécdota: es una radiografía del verdadero rostro de los gobiernos de Movimiento Ciudadano. Rostro que huele a corrupción, a desfalco, a simulación. Y mientras tanto, las calles de Guadalajara se inundan, el agua llega sucia a los hogares y los recibos siguen aumentando. Porque cuando se trata de cobrar, el SIAPA no perdona. Pero cuando se trata de trabajar, parece que para sus funcionarios basta con estar en la nómina y tener los amigos correctos.