Ser Otro

Ser Otro

Sección: Opinión

Foto del autor
Publicado el 05/11/2025 — Por Teofilo Guerrero @teofiloguerreromanzo
Las clases medias son ese invento que los estados desarrollistas de México, Brasil y Argentina crearon como coartada de evolución social mientras que las mayorías permanecían en la marginación y el abandono, y de cuando en siempre son reprimidas cuando el despojo toca sus tierras, y en todo caso, las beneficiarias indirectas son, precisamente, las clases medias. Son “clases medias” sin ser Clases medias, es decir, que si esa capa imaginaria, esa invención ideológica que habitan millones de personas deja de trabajar una semana, o sobreviene otra crisis, se diluye de inmediato la ilusión de pertenencia o aspiración a cierto nivel económico que sostiene una serie de creencias, valores y pensamientos que les permiten mantener una imagen irreal, alienada. Lo que hace que prevalezcan esas clases medias es la fantasía o aspiración casi permanente de movilidad social ascendente que les permita acceder algún día al rentismo financiero (vivir de lo que acumulan) sin tener que volver a recurrir al trabajo físico, al esfuerzo manual, al traslado cotidiano en transporte público, y poder distinguirse de la masa, a la que consideran de baja estofa, a pesar de compartir muchos más principios y valores que con la clase a la que aspiran pertenecer, la clase propietaria. Las clases medias son esas que no quisieran volver a caminar la calle o levantar una caja, pero que aspiran a pagar un gimnasio… para echar los pasos en una caminadora eléctrica, y levantar el peso muerto de unos discos de hierro, tan muertos como sus aspiraciones. Una buena parte de esta “clase” tiene acceso casi permanente a internet, difunden noticias falsas, fotos de sus vacaciones en un tour pagado a meses sin intereses, o hacen forzados análisis políticos sobre la “realidad” que les construye facebook, X, o instagram, muchas veces esos análisis, casi siempre vacíos, repletos de lugares comunes o repeticiones parafraseadas del algoritmo dominante, son desmentidos o derrotados por La Realidad, así, con mayúsculas. En estos días, tan confusos como tramposamente complicados, una buena parte de las clases medias ha salido a repartir noticias falsas, especulaciones fáciles, se ha hecho del hígado cerebro para “opinar” (porque tienen derecho, porque tienen internet y pueden pagarlo…) sobre el caso del finado Alcalde de Uruapan Carlos Manzo, aunque sea la primera vez que lean ese nombre, aunque les haga eco microfascista la denominación de “el Bukele mexicano”, Manzo pasó de ser una curiosidad de tik tok a un mártir de algo que sugieren las redes manipuladas por miles de bots, no sé de qué porque tanto mensaje como mensajeros son confusos, pero sí algo que hace eco en una clase media que reclama su derecho a la paz, a la justicia (en un sentido bien abstracto), y hasta la guerra contra un fenómeno que sólo conocen por los corridos tumbados, las narcoseries, o porque han visto de lejos al “chido” de la plaza, pero que siguen ideológicamente sosteniendo la idea de que el “progreso” consiste en las fotos que instagram o facebook venden como bienestar, y que ocultan detrás una dinámica de explotación, barbarie y despojo en los que el crimen organizado y el empresariado son muchas veces, directa o indirectamente, socios. Frente a la “batalla cultural” de las derechas fascistas, urge una concientización de lo que somos como Nación, colectividad e historia, comprender al Otro para hacer sinergia, y no querer ser ese “otro” del espejismo capitalista que nos exige renunciar a lo que somos en realidad: seres en construcción social permanente, en un contexto complejo y determinado por una realidad económica, cultural y financiera que NO nos pertenece… pero que podríamos cambiarla, en colectivo, si queremos.